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Nadal: el mito del esfuerzo

José Manuel Otero Lastres el

Las dos primeras acepciones de la palabra “esfuerzo”, según el Diccionario de la RAE, son: 1. m. Empleo enérgico de la fuerza física contra algún impulso o resistencia. 2. m. Empleo enérgico del vigor o actividad del ánimo para conseguir algo venciendo dificultades. Ambos significados destacan los dos aspectos de dicha palabra: su sentido es el empleo enérgico de la fuerza física o de la actividad del ánimo para alcanzar un objetivo venciendo dificultades.

Como puede comprobarse, son cuatro las ideas que conforman el esfuerzo: empleo enérgico de una fuerza; que puede ser física, anímica, o ambas a la vez; para alcanzar un objetivo contra un impulso o la oposición de un tercero; tratando de vencer las dificultades opuestas. El resultado del esfuerzo puede ser exitoso o no, según se alcance o no el objetivo perseguido.

El tenista Rafel Nadal es un ejemplo de esfuerzo, pero exitoso: es el primer tenista que alcanza veintiún triunfos en los Grand Slam de tenis, hazaña que, además de seguir agrandando su figura de deportista, ha ocasionado que se convirtiera en noticia de alcance mundial.

En su reciente columna de ABC, titulada “nunca tendremos otro como él, Ignacio Camacho escribía “Su éxito constituye una lección de control sobre sí mismo, de sentido del deber, de exigencia, de ética del trabajo y de responsabilidad sobre su carrera”. Añade: “Ha construido una leyenda de excelencia en dirección opuesta a la hegemónica cultura de la reclamación y la queja”. Y concluye “Por eso resulta paradójico que los españoles lo admiremos y consideremos sus triunfos como nuestros cuando formamos una sociedad que ha renunciado a seguir su ejemplo”.

En un cuento, titulado “llegar el primero”, escrito en 1982, con ocasión de la medalla de oro que ganó José Marín en el campeonato de Europa de los 20 kilómetros marcha, escribí lo que imaginé que podría estar pensando el marchador: “Solo unos pocos podemos vivir estos momentos. Miles, millones de ojos me contemplan Todos desearían estar en mi pellejo. Pero solamente en este momento. Nadie sabe el camino que hay que nadar para ser el primero. Y cuando se dice como es, no hay quien quiera recorrerlo. La carrera es la punta del Iceberg y el entrenamiento, las renuncias y la soledad, el bloque sumergido, que no se ve. Pero que es inmenso”.

¡Ignacio, solo estamos para recibir las medallas! No para el esfuerzo, pero sin éste no llegan aquéllas.

 

 

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