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Blogs Puentes de Palabras por José Manuel Otero Lastres

Los cisnes y los cormoranes

José Manuel Otero Lastres el

El cisne surcaba majestuosamente el agua tranquila de la laguna que se intercambiaba durante la subida de la marea con las del mar por su proximidad a la playa. Había otros patos azulones y algún que otro cisne, pero aquel tenía un porte especial. Su cuello era más largo de lo normal y estaba curvado en forma de una estilizada ese. Llevaba el pico levantado con tal aire de suficiencia que cualquier ave acuática que no residiera allí y se posara a pernoctar en la laguna sabía inmediatamente que era el jefe.

En los últimos años, comenzaron a sobrevolar por aquella agua remansada una pareja de cormoranes que hasta entonces habitaban en unos islotes rocosos cercanos a la costa. La abundancia de peces hizo que cada vez fueran menos frecuentes los vuelos de estas palmípedas negras hacia alta mar. Y no tardaron en quedarse definitivamente a vivir en la laguna.

Al principio, los cisnes y azulones los acogieron con bastante indiferencia. A lo cual contribuyó decisivamente que los cormoranes respetaran escrupulosamente las costumbres de los ánades que residían allí.

Pero los cormoranes se fueron reproduciendo y llegaron a poblar una parte relevante de las orillas de la laguna. Lo cual hizo que comenzaran a escasear para los primitivos habitantes de la laguna los lugares para anidar y pernoctar.

Los cormoranes no tardaron en hacer bien visible quién era su jefe. Y este empezó a surcar la laguna con vuelos que trataban de imitar la majestuosidad del cisne. Acabaron por posarse ambos en sendas ramas que sobresalían en el centro de una laguna. Los últimos en llegar daban muestras de querer discutir la primacía con las aves originariamente asentadas.

Los cisnes y patos se apiñaban en torno al cisne líder demandándole algún tipo de actuación. Pero el cisne blanco no hacía nada. Esta actitud pasiva y tolerante con los cormoranes no fue bien interpretada por ellos, los cuales se fueron creciendo poco a poco a la vista de lo que parecía ser una retirada voluntaria de los primitivos pobladores de la laguna.

La actitud expansiva de los cormoranes y el retraimiento de los cisnes y patos desembocó en un intentó de desplazar a éstos de sus lugares originarios. Ante lo cual, el cisne blanco lanzó al líder de los cormoranes una seria advertencia de que iba a expulsarlos de la laguna.

Pero la convivencia se había agriado hasta tal extremo que el conflicto parecía inevitable. Las dos palmípedas no lograron ponerse de acuerdo, así que o una de las especies cedía o había enfrentamiento. Como ninguna cedió, tuvo lugar una lucha encarnizada entre los dos bandos y los cormoranes, más dotados para la pelea, acabaron por expulsar a los cisnes y azulones de la laguna.

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