José Manuel Otero Lastres el 29 ene, 2015 Como seguramente sabrán, Francisco Maroto, el nuevo abogado de Bárcenas, declaró hace muy poco a las puertas de la Audiencia Nacional que su cliente “ha mostrado a la sociedad y a los medios de comunicación, a su salida de prisión, lo que es el concepto de dignidad”. Si por “dignidad” se entiende “excelencia, realce” o “gravedad y decoro de las personas en la manera de comportarse”, por mucho que me he esforzado me resultó imposible descubrir en qué mostró Luis Bárcenas excelencia, realce, o en qué comportamiento mostró gravedad (grandeza) o decoro (honestidad). Lo único que recuerdo fue su amabilidad con los medios de comunicación y su predisposición a responder a ciertas preguntas o –por mejor decir- a soltar cuanto antes el aviso irónico para Mariano Rajoy de que “había sido fuerte”. Es verdad que los abogados debemos tomar con el mayor de los entusiasmos la defensa de los intereses de nuestros clientes, pero nuestro Código deontológico no nos obliga a zalamerías con el cliente ni a hacer manifestaciones sobre ellos de todo punto exageradas. Porque predicar de alguien, sobre el que existen fuertes indicios racionales de haber llevado a cabo comportamientos delictivos, que ha mostrado a la sociedad y a los medios de comunicación lo que es el concepto de dignidad, es pasarse de adulador, cuando no, echar por tierra una buena parte de su credibilidad en su primera intervención publica en defensa de su cliente. A lo dicho cabría añadir que no creo que Luis Bárcenas sea proclive a la adulación, porque con ella solo se atrapa a los ignorantes (Plutarco) y él no lo es; y porque un hombre fácil a la adulación es un hombre indefenso (Arturo Graf), y tampoco creo que esto último sea lo que busca el ex tesorero del PP. Otros temas Comentarios José Manuel Otero Lastres el 29 ene, 2015