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Blogs Puentes de Palabras por José Manuel Otero Lastres

¿Las urnas vacías?

José Manuel Otero Lastres el

No parece discutible que la clase política pasa por los peores momentos de aceptación ciudadana desde el advenimiento de la democracia. Hasta tal punto es esto cierto que circula por la red un movimiento que está propugnando que en las próximas elecciones generales se dejen las urnas vacías como “castigo”. Y me atrevería a asegurar que no son pocos los que ven con muy buenos ojos esta propuesta. Si no fueran tan negativas las consecuencias de un acto de tal naturaleza, la clase política merecería una lección de este tipo por parte del pueblo al que representan.

 

Los que vienen siguiendo el ejercicio de la actividad política desde el comienzo del actual período democrático es posible que añoren los debates, en su mayoría constructivos, que mantenían nuestros parlamentarios. Se discutía con razones y a las propuestas se oponían contrapropuestas constructivas con el ánimo de adoptar las mejores soluciones. Es verdad que hubo discusiones muy duras y algunas “adornadas” con ciertos insultos que aderezaban con un poco de picante unas sesiones en las que había tal vez un exceso de formalismo.

 

Pero, en los últimos años, se han sustituido los intercambios de ideas por los reproches, las razones por los insultos, y las justificaciones por alusiones a u  pasado todavía peor. Esta escenificación actual de la política podrá dejar muy satisfechos a los actores de la misma, pero está erosionando severamente el prestigio de una institución que debería ser la más respetada de todas. Lo malo es que los políticos parecen estar ajenos al grave desprestigio general que vienen sufriendo. Y hasta podría dar la impresión de que les importa muy poco. Saben que solo ellos mismos podrían suprimirse los muchos privilegios de los que disfrutan. Y como están seguros de que no lo van a hacer, les tiene sin cuidado lo que opine el pueblo. La democracia es como el aire que respiramos: hay que cuidarlo y mantenerlo puro cada día. ¡Empápense de pueblo! ¡Oigan lo que piensan de ustedes a los ciudadanos! Tal vez entonces puedan darse cuenta de lo que sucede y se decidan a regenerar, desde dentro, la empobrecida actividad política con la que nos están maltratando. La gente está sufriendo demasiado y no ve que sus representantes compartan la dura carga.

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