Como es sabido, los “varamientos” de cetáceos son encallamientos de este tipo de mamíferos marinos en la arena de la playa o en la orilla del mar, que llegan a poner en riesgo su vida, ya sea por la consiguiente deshidratación, ya por las dificultades respiratorias que provoca el aplastamiento de sus pulmones contra la tierra firme, ya por ambas cosas a la vez.
Según un informe del Gobierno de Canarias, en sus bases de datos de cetáceos varados entre los años 2000 y 2015 constan registrados 764 casos de varamientos al año, con una media de 47,7 eventos por año. En cuanto a las causas de la desorientación de los cetáceos que los conduce al varamiento, se apuntan varias, algunas naturales como los terremotos marinos o sus propias enfermedades, y otras antrópicas, como las concentraciones de químicos persistentes, el posible efecto de sónares y los estudios geológicos submarinos. Sea de esto lo que fuere, el fenómeno del varamiento masivo de cetáceos suele calificarse vulgarmente como una especie de “suicidio” de estos animales.
Recurro a la figura del varamiento o suicidio masivo de los cetáceos, para calificar la situación a la que nos conducirían, de producirse finalmente, los resultados que vienen anunciando las encuestas sobre las próximas elecciones generales. En efecto, en el ABC de hoy, se publica el barómetro de febrero de la prestigiosa GAD 3, según el cual, de celebrarse ahora los comicios la suma de los escaños del PSOE, PODEMOS, ERC, PDeCAT, PNV y Bildu sería de 177 diputados, es decir, mayoría absoluta, mientras que la del PP, C,s y Vox solo llegaría a 173.
Es verdad que estamos hablando de encuestas, que son una fotografía parcial de la realidad porque en ella no salen los indecisos. Pero no lo es menos que, salvo los disparatados resultados del CIS, en todas las encuestas que se vienen publicando últimamente los resultados no son muy divergentes: sigue el fraccionamiento del voto que para una parte de la ciudadanía pone en situación de riesgo la unidad de España, mientras que para otra parte ese riego es irrelevante.
Pues bien, si la voluntad de los españoles no cambia y los resultados del próximo 28 de abril llegan a ser como anuncian las encuestas, la gobernabilidad de España volverá a estar en manos de los que vienen atacando implacablemente su unidad. De ser esto así, se repetiría la situación que nos abocó a las actuales elecciones generales. Por eso, no me falta mucho para llegar al convencimiento de que, al igual que los cetáceos desorientados, a los españoles nos va el varamiento, y de que las causas de lo que podría ser un suicidio colectivo están más en nosotros mismos (las divergencias irreconciliables, el rencor, y el odio entre nosotros, que a algunos les dan tanta rentabilidad electoral) que en los fenómenos naturales.
Es por esta situación de serio riesgo de ruptura de la unidad de España, que para mí es del todo indeseable y muy poco comprensible, por la que me veo en la obligación de alzar mí modesta voz y sumarla a la de todos aquellos que nos llaman a reflexionar sobre nuestro futuro voto con el fin de engancharnos a la defensa de una España unida en sus deseos de paz y de armonía.
Otros temas