José Manuel Otero Lastres el 05 jun, 2016 Vivimos unos tiempos en los que se jalea poco el esfuerzo personal. Parece más “progresista” compadecer a los llamados “perdedores” que animarlos a que hagan todo lo que está en sus manos –que muchas es veces es más de lo que parece- para mejorar su situación personal. La gran mayoría de los mortales que llevamos tiempo en este mundo sabemos que la vida nos obliga a nadar sin pausa, aunque sea simplemente para flotar en la marea de la mediocridad. Por eso, cuando ves a alguien que avanzan dando fuertes brazadas contra corriente no puedes menos que, admirarlo, aplaudirlo, y animarlo a que siga por la embravecida y complicada senda del trabajo y el esfuerzo. Viene esto a cuento porque acabo de leer dos noticias sobre unos esforzados estudiantes que han obtenido éxitos académicos dignos del mayor encomio y de ser puestos como ejemplo. La primera noticia se refiera al joven Pablo Monteagudo, que acaba de ganar un Premio Nacional de educación al rendimiento académico del alumnado en la categoría de Educación Secundaria Obligatoria (ESO). Este brillante alumno cursó sus estudios en el Instituto de Educación Secundaria Plurilingüe Fontexería de Muros (La Coruña). Al ser interrogado en una entrevista periodística sobre si su éxito se debía a tener una mente privilegiada respondió “mis buenas notas se deben a la constancia, al esfuerzo y a que siempre me marco metas a alcanzar”. Y como muestra de que para él la vida es algo más que el estudio, el joven muradano declara que hace atletismo y que fue campeón gallego de 3.000 y 1.000 metros ruta. Todo un ejemplo de la máxima latina de Juvenal “mens sana in corpore sano”. Ahora bien, como creo que no puede ponerse en duda que toda enseñanza de calidad se asienta en dos pilares esenciales: preparación y dedicación por parte de los que enseñan y esfuerzo y afán de superación por parte de los que aprenden, las felicitaciones han de extenderse asimismo al citado colegio público gallego. La segunda noticia la publica La Voz de Galicia de hoy y tiene que ver con tres jóvenes universitarios que por su brillantísimo currículum académico han obtenido sendas becas de la Fundación Barrié para proseguir sus estudios de post grado en el extranjero. Son, en primer lugar, Marta Castiñeira Reis, que estudió Químicas en la Universidad de Vigo con una nota media de 9,5 y que declara que la Química Orgánica es una especie de hobby: “si algo te gusta cada vez más, se vuelve fácil”. Otro de los becados es Daniel García Resines, que tuvo una nota media de 9,5 en Matemáticas, y que va a dedicarse al Big Data y al Aprendizaje Automático. Y finalmente, Begoña Araújo Pérez, que por su excelente currículo académico va becada a la Universidad de Columbia en Nueva York para hacer un Máster en Finanzas, y que declaró que cree deber su beca a “la insistencia, trabajo y esfuerzo que pongo cuando me propongo algo”. Desde luego, los datos sobre el nivel general de preparación de nuestros estudiantes no son para presumir. Podrá polemizarse sobre las causas de esta alarmante disminución de conocimientos y sobre las vías más idóneas para su recuperación. No debo ocultar que alguna vez pensé, sin duda exageradamente, que, a la vista de las promesas demagógicas con las que nos bombardean nuestros políticos, hasta podría haber algún insensato que llegara a prometer el “aprobado general” en todos los niveles de la enseñanza. Por eso, tal y como están las cosas, creo que no va a ser fácil convencer a los estudiantes de la necesidad del esfuerzo inherente a una elevación de la calidad de la enseñanza. Va a depender de nosotros, los adultos, conseguir persuadirlos de que para enfrentarse, en su día, con la dura vida que les espera, no les queda más remedio que esforzarse desde el principio en la propia mejora personal que se va consiguiendo con el trabajo y el esfuerzo. Otros temas Comentarios José Manuel Otero Lastres el 05 jun, 2016