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Blogs Puentes de Palabras por José Manuel Otero Lastres

El rostro del PP actual

José Manuel Otero Lastres el

Por su ubicación en el Titulo Preliminar de nuestra Constitución, los partidos políticos tienen un destacado relieve: se regulan en el artículo 6, inmediatamente después de la lengua (art. 3), la bandera (art. 4) y la capital del Estado, pero antes de los sindicatos (art. 7) y las Fuerzas Armadas (art. 8). Su innegable importancia se debe a que son las instituciones que expresan el pluralismo político, concurren a la formación y manifestación popular y son instrumento fundamental para la participación política.

Como personas jurídicas que son, están integrados por múltiples militantes personas físicas, tienen unos signos que los identifican (generalmente una denominación resumida en una sigla y un elemento gráfico), están regidos por unos estatutos que disciplinan su vida interna, y son gobernados por unos líderes elegidos por los asociados que representan a la formación cara al electorado.

En el Partido Popular, de vida no muy dilatada porque hunde sus raíces en la Constitución de 1978, sus líderes se cuentan literalmente con los dedos de una mano: Fraga, Aznar, Rajoy y actualmente Casado. Y excepto Fraga, que ya falleció, los otros tres siguen conservando, aunque con diferencias, relevancia política.

A día de hoy, el PP empieza a ser identificado por medio de Pablo Casado. Un joven con voz propia e ideas claras que tiene ante sí la difícil misión recomponer el rostro del partido. Como dijo él mismo en la reciente Convención del partido “si anulamos nuestro perfil, el votante carece de razones para quedarse con nosotros. Se marcha”. ¿Pero qué perfil quiere darle Casado al partido? ¿Qué rostro desea hacer visible al electorado a través del suyo?

Durante el mandato de Rajoy, el rostro del PP era solamente el de Mariano: en la actuación política del partido no se columbraba rostro alguno que no fuera el suyo. Ni el de Fraga en las postrimerías de su vida política, ni tampoco el de Aznar, a pesar de haber sido quien lo había designado su sucesor al frente del PP.

El hecho mismo de haber dirigido el PP, según su leal saber y entender, y más allá de toda tutela de su antecesor, pudo haber sido el desencadenante del rijoso comportamiento que tuvo durante todo su mandato el ex presidente Aznar con Mariano Rajoy.

En el rostro político de Casado se ven, en cambio, más rasgos de Aznar que de Rajoy. O dicho de otro modo, durante el corto mandato de Pablo Casado al frente del PP, ha comparecido más satisfecho que nunca José María Aznar. Lo cual induce a pensar que, al menos, hay sintonía personal entre ellos. En otras palabras, el “photoshop” político de Casado parece tener más retoques hacia la figura de Aznar que hacia la de Mariano.

No estoy en condiciones de valorar si eso es bueno o malo para el PP. El tiempo lo dirá. Pero no sería sincero si no dijese que, de traslucirse en el rostro de Casado rasgos de alguno de los líderes que lo precedieron, me tranquilizaría muchísimo más ver los de Mariano Rajoy que los de Aznar. Y ello porque, en el ABC del pasado lunes 21 de enero, Juan Manuel De Prada publicó, en su columna “El Ángulo Oscuro”, un artículo titulado “El Morro de Aznar”, cuya lectura, que describe con estricta fidelidad las cesiones de Aznar a Jordi Pujol, produce escalofrío político.

 

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