José Manuel Otero Lastres el 12 sep, 2016 En un artículo de opinión, titulado “La hora de Felipe VI”, el profesor Sosa Wagner sostenía que, a la vista del fracaso de las dos últimas investiduras, una con candidato del PSOE y la otra del PP, había llegado el momento de que nuestro monarca “busque una personalidad con el adecuado prestigio –un académico, un político retirado, un miembro de la judicatura…-para que reciba la confianza de los partidos representado en el Congreso”. La idea de Sosa Wagner es jurídicamente posible, porque el Rey haría uso de la facultad que le confiere el artículo 99 de la Constitución y actuaría en ejercicio de sus atribuciones como Jefe del Estado de arbitrar y moderar el regular funcionamiento de las instituciones. Y si se decidiera a hacer uso de la misma, coincido con mi antiguo colega en la Universidad de León de que no estaríamos ante lo que se denominó “borbonear” en tiempos del bisabuelo de Felipe VI. Pero para mí la cuestión no es si el Rey podría hacer uso de la mencionada posibilidad, sino de si conviene que haga uso en este momento de la mencionada facultad. Y en esto, soy de la opinión de que no ha llegado el momento de que nuestro Monarca opte por proponer a un candidato a la Presidencia del Gobierno a una persona independiente de las características sugeridas por el profesor Sosa Wagner. Actualmente, estamos aún dentro del plazo de los dos meses a contar desde la primera votación de la investidura del que habla el apartado 5 del artículo 99 para que haya que convocar nuevas elecciones y todavía cabe, al menos teóricamente, que algún cabeza de lista pueda conseguir la confianza del Congreso. Es verdad que el señor Sánchez sigue manifestando su voluntad inquebrantable de mantenerse en el “no” a Rajoy y al PP. Y es cierto también que el PNV se mantiene invariable en su postura de votar que no a la investidura del presidente en funciones. Pero lo que convienen meditar es cuál de estas opciones es más aconsejable: que sean los propios partidos los que desatasquen la cuestión, que le damos nuevamente la palabra al pueblo en unas nuevas elecciones o que hagamos recaer sobre el Monarca la carga de desbloquear la enquistada situación actual recurriendo a un candidato independiente. Tengo muy pocas esperanzas, por no decir ninguna –salvo una inesperada reacción del PSOE- de que Mariano Rajoy consiga la confianza del Congreso de los Diputados. Y menos aún que Sánchez pudiera ser investido Presidente. Por lo tanto, nos quedarían únicamente dos opciones: la intervención del Rey con la propuesta de un candidato independiente o las terceras elecciones. Pues bien, si como dicen habitualmente los políticos y recogen los medios, el pueblo habló y hay que tener en cuenta lo que dijo, me atrevo a afirmar que el mandato no fue que resolviera nuestro Monarca la situación. Más aún: admitiendo –cosa que me atrevo a afirmar- que el pueblo se equivocó por dos veces, no parece admisible que se carguen exclusivamente sobre el Rey las consecuencias de tal equivocación. Por ello, creo que por el bien de nuestra democracia y de acuerdo con que cada institución debe asumir su propia responsabilidad sigue siendo hora de los partidos y de los electores, y no de la Corona. Otros temas Comentarios José Manuel Otero Lastres el 12 sep, 2016