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Blogs Puentes de Palabras por José Manuel Otero Lastres

Café con letras

José Manuel Otero Lastres el

Buenos Aires, como saben todos los que la conocen, es una ciudad espléndida que deslumbra no solo por su arquitectura, sino también por sus grandes espacios ajardinados y la recuperación de parajes tan acogedores como Puerto Madero. Pero si tuviera que quedarme con algo, lo haría con dos lugares que combinan, aunque de manera diferente, el café y las letras.

El primero es el Café Tortoni, que es la cafetería con más sabor que he visto en mi vida, situada en el bajo del número 825 de la Avenida de Mayo, y que, según parece, tomó su nombre del célebre homónimo de París del siglo XIX. Es un establecimiento en el que el cliente no solo puede paladea el sabor de su consumición, sino de su larga historia. En las paredes de sus distintas estancias, están colgadas fotos y caricaturas de los históricos personajes que visitaron o frecuentaron tan singular cafetería.

Pero, tal vez, lo que más sorprende es un conjunto escultórico que ocupa el rincón del fondo del lado derecho, según se entra. Se trata de una mesa en la que están sentados las estatuas de los escritores argentinos Borges y Alfonsina Storni, y entre ellos de pie Carlos Gardel.

Un cartel explica la escena: “Art Saint Michel con sede en París- Francia, decidió apoyar el proyecto presentado por el escultor argentino Gustavo Fernández de donar sus obras como forma de homenaje al Café Tortoni. La original propuesta artística permitió recrear a tres de los personajes ilustres que frecuentaban el café Jorge Luis Borges, Carlos Gardel y Alfonsina Storni. Con esta muestra, el Tortoni quiere además agradecer a los cientos de personas que cada día buscan ser parte de la maravillosa historia que encierran las paredes del café más antiguo de Buenos Aires”.

El otro lugar del que deseo hablarles es la librería Ateneo, en la calle Santa Fe, que posee la gran originalidad de estar instalada en el antiguo teatro Grand Splendid. Al entrar en ella, el visitante se encuentra en un teatro de varias plantas con las paredes recubiertas por estanterías con libros de las más diversas materias. Y lo mismo sucede con el que sería el patio de butacas, que contiene una escalera central por la que se accede a un sótano, ambos repletos de anaqueles con libros.

Lo relevante –y por eso lo relaciono con el café Tortoni- es que en el escenario hay una cafetería en la que los compradores de libros, los lectores y los demás visitantes, pueden degustar un sabroso café acompañado por bollería.

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