José Manuel Otero Lastres el 13 jun, 2014 Al parecer, el alcalde de Barcelona está impidiendo, mediante el silencio, que se pongan en esta ciudad pantallas gigantes para seguir los partidos de la Selección española. La iniciativa para la instalación partió de un partido político, concretamente del PP, y la respuesta oficiosa del Consistorio fue, más o menos, que no hay un clamor popular y que los más que hará el Ayuntamiento es dar facilidades, pero no tomar la iniciativa. No se puede negar que, aunque no lo diga expresamente, el alcalde mantiene con firmeza la decisión de impedir que, en pleno debate soberanista, el pueblo silencioso de Cataluña puede vibrar con el juego de la última campeona del Mundo. Pero esta firmeza contrasta con la bochornosa rendición que ese mismo alcalde, el señor Trías, ofreció a los azotacalles que llevaron a cabo violentos disturbios durante cuatro jornadas en el barrio barcelonés de Sants. Por eso, si alguien tuviera mucho interés en seguir los partidos de la Selección por pantalla gigante, como sucedió en el mundial del 2010, en el que 75.000 personas se concentraron en la falda de Montjuic, para seguir la final que España ganó a Holanda, tal vez podría acudir a la cada vez más floreciente “organización” de los antisistema y anarquistas para solicitarles que “obligaran” otra vez a Trías a rendirse y poner las pantallas. Más allá de esta irónica boutade, lo que suscitan cuestiones como ésta es la desigualdad de trato que reciben unas peticiones de ciertos ciudadanos respecto de otras que interesan a los objetivos políticos concretos de los que gobiernan y que deberían hacerlo no solo para sus correligionarios, sino para toda la ciudadanía. Otros temas Comentarios José Manuel Otero Lastres el 13 jun, 2014