Hace unos días, un gran amigo me contó una anécdota que protagonizó uno de sus nietos. Iban paseando los dos en una soleada mañana de inverno, cuando el nieto, que rondaba los diez años, le dijo que este año le pedía a los Reyes Magos en casa de los abuelos un aparato electrónico (no recuerdo cuál), que no era precisamente barato. Con un tono burlón, y para poder debatir la oportunidad del regalo a la vista del precio, el abuelo le recordó que el año pasado le había confesado que ya no creía en los Reyes. Ante lo cual, el nieto le respondió todo lleno de razón que este año ya había vuelto a creer.
Después de los resultados de las últimas elecciones generales y viendo que, tal vez, nuestro último recurso sea una especie de milagro, he decido volver a creer en los Reyes Magos para pedirles un regalo casi imposible: que nos traigan a todos, pero sobre todo a nuestra clase política, un cargamento de sensatez.
Por supuesto, no les pido, porque me parece imposible, que la cordura y el buen juicio lleguen hasta el extremo de que se forme un gobierno de coalición entre los tres partidos constitucionalistas. Mi pretensión es bastante más modesta: solo que los otros dos partidos constitucionalistas se abstengan en la segunda votación para que el partido más votado pueda formar gobierno.
Pero para que no entremos en una orgía de sensatez –porque nos puede dar un pasmo-, admito un regalo limitado, a saber: que la cordura se extienda solamente a dejar gobernar al PP durante dos años con un programa pactado respecto de un punto esencial sobre un tema de Estado y que no rinde rédito electoral a corto plazo. Me refiero a la reforma en profundidad y consensuada de la educación.
Sé que hay otros temas sobre los que podrían acordarse reformas, como la reforma de la ley electoral o la despolitización de la justicia. Pero ninguno de ellos tiene la urgencia, la envergadura y la importancia social de la reforma educativa, que bien merece la principal atención de nuestras Cámaras en los próximos dos años.
Por eso, este nuevo –y si hace falta ferviente- creyente os pide, Majestades de Oriente, que impregnéis el intelecto de nuestros políticos de la suficiente cordura como para acordar que gobierne en minoría el partido más votado, solo durante dos años 2016 y 2017 (en los que pueden regir los actuales presupuestos) y con la reforma educativa consensuada como pacto. Admito que es mucho pedir, pero creo que, además de haberme portado bien, España se lo merece.
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