Cavani y el Gol del helado

Cuando tenía nueve años, a Edinson Cavani le llamaban Pelado. Entonces, en Salto -tan lejos de Montevideo, de Europa- no andaba sobrado de nada. El delantero de la melena al viento no tenía mucho pelo, pero tampoco calefacción ni baño en casa. Solo tenía el campo y el barro, y los amigos, y la pelota. Todos jugaban descalzos durante horas. En Sudamérica los niños viven hacia fuera, sobre todo en algunos barrios, en algunos pueblos. En casa nunca ha habido mucho que hacer; en la calle, en cambio, está la libertad, el juego, el gol.

A Cavani le gusta recordar aquella vida, cuando no tenía un peso en el bolsillo pero se sentía libre, sin autobuses, sin aviones, sin cámaras. Lo ha contado en The Players Tribune en una carta publicada un día antes del partido de octavos de final de la Copa del Mundo, antes del pase de Luis Suárez, del vuelo sobre la portería de Rui Patricio y del 1-0. En la misiva de la estrella Cavani al niño Edi habla del Gol del Helado. Era genial, era motivación pura, escribe. En los campos de Salto, el chico que hacía el último gol se llevaba un helado. Daba igual el resultado hasta ese momento. Aunque un equipo fuera perdiendo por siete u ocho a cero siempre quedaba la última bala, la recompensa fría. El ganador era el rey.

El Pelado de Salto, a sus 31 años, puede comprar el coche y la casa que quiera, puede instalar los baños que se le antoje, puede ir de vacaciones donde sueñe. Y justo en ese momento publica una carta dirigida a sí mismo mucho tiempo atrás, al niño que jugaba descalzo hasta el anochecer. Y explica la historia del Gol del Helado. En el minuto 62, Muslera sacó con el pie más allá del centro del campo; la rozó Pepe y la pelota le cayó a Bentacour, que avanzó unos metros y se la entregó a Cavani en la línea frontal del área, ligeramente a la izquierda. Cuando recibió el pase, ya había inclinado su cuerpo para golpear el balón con el interior y darle una rosca imposible para el portero. Unos minutos después vino la lesión. Salió del campo ayudado por Cristiano Ronaldo, otro chico del barro que esta vez se quedó sin premio.