En apariencia, tortuga y velocidad son dos términos que no caben en la misma frase. La tortuga es tozuda y rocosa, difÃcil de abrazar. Le gana a la vida por constancia y de ninguna manera al sprint. Y sin embargo hay veces que esa certeza no nos deja ver el bosque. El filósofo griego Zenón de Elea utilizó este animal que, al menor descuido, nos mordisquea los pies en el jardÃn como protagonista de aquella célebre paradoja en la que el veloz Aquiles no podÃa alcanzar nunca a su lento rival. He recordado la historia mientras alguien me hablaba esta mañana de Bertie, la tortuga más veloz del mundo (récord certificado por Guinness). HacÃa tres décadas que no se habÃa batido esa marca. En su carrera, Bertie alcanzó una increÃble velocidad de 0,28 m / s, absolutamente sensacional, muy lejos de los 0,125 m / s que habÃa logrado Charlie en 1977, en ambos casos en el Reino Unido. Bertie vive en Adventure Valley, un parque familiar situado en Durham (Reino Unido), entre Edimburgo y Manchester, no lejos de Newcastle. En ese parque abundan las atracciones para los más pequeños de la casa. Hasta ahora, no formaba parte de la memoria turÃstica de ninguno de nosotros. Y, sin embargo, desde hoy sabemos que allà vive la intrépida Bertie, la nueva celebridad local.
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