Yo lo he visto claro hace mucho tiempo, y el día de la investidura más, pero lo de ayer es ya la constatación por escrito del único objetivo que tiene el killer Pedro Sánchez en su mente: aniquilar políticamente a Pablo Iglesias y quedarse con todo el voto de Podemos que no irá a parar al partido de Íñigo Errejón, si decide algún día presentar su partido a unas elecciones generales.
Como la oferta de una vicepresidencia del Gobierno y tres ministerios (Igualdad, Vivienda y Sanidad) no fueron suficientes para doblegar a Iglesias y que le apoyara en su investidura; ahora va a coger de rehén a colectivos sociales del ámbito de la izquierda y va a cerrar con ellos un acuerdo programático para que Podemos lo firme. Esto sí que es echarle encima a la sociedad civil, elevar la presión para que Iglesias claudique.
¿Cómo va a decir que no Iglesias a un programa de gobierno que nace de “la gente”? ¿Cómo quedaría Iglesias sí lo rechaza y decide seguir huyendo hacia adelante, dando la espalda a muchos de los colectivos que lo han votado?
La trampa que le ha puesto Sánchez es muy hábil. Y además se la ha lanzado vía carta a la militancia socialista para que todos se enteren de sus intenciones.
A ver cómo reacciona Iglesias, que se equivocó tremendamente al rechazar toda una vicepresidencia para Irene Montero y tres ministerios. Todo por una ambición desmedida, que puede terminar en un Gobierno a la portuguesa en el que no va a tener más remedio que apoyar, sin sillones en el consejo de ministros, un programa de gobierno pactado con los colectivos sociales.
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