Desde que se desvocó la expansión del coronavirus por la negligente e irresponsable actitud del Gobierno socialcomunista que tenemos en España, Pedro Sánchez y Pablo Iglesias repiten como un mantra otra de sus miserables mentiras: “No vamos a dejar a nadie atrás”. Lo dicen en la tribuna del Congreso de los Diputados, lo repite Sánchez en su “Aló presidente” de cada semana y lo reitera Iglesias con ese tono mesurado y en calma que ha sustituido a los gritos del 15M, en un ejercicio de travestismo político para hacernos creer que ya no es el chico rebelde que con el puño en alto llamaba a conquistar el cielo.
Y lo dicen sin el mínimo pudor y decoro mientras crecen las colas del hambre por toda España. Y hay una, la de Aluche en Madrid, que se ha convertido en el símbolo de las mentiras con que este Gobierno engaña, día sí y día no, a los españoles. Porque sí se va a quedar mucha gente atrás, porque España está devastada y arruinada y porque por mucho que quieran hacer callar la indignación del pueblo, éste, tarde o temprano, saltará.
Por mucho Ingreso Mínimo Vital que se apruebe, que si no es temporal, vinculado a este momento de pandemia, para la gente que más lo necesita, y acompañado de medidas para la búsqueda activa de empleo, no va a solucionar el problema. Ni va a impedir que las colas del hambre sigan creciendo.
No es cuestión de derechas, ni de izquierdas, es cuestión de decir la verdad. Si no se activa la economía, si no se apoya a los empresarios, si no se crean empresas que generen empleo, mucha gente se va a quedar atrás. Todo lo demás, son falsedades y solo hay que hablar con la gente, no con los “pijos de Núñez de Balboa”, como dice con desprecio esta izquierda arcaica y trasnochada, sino con el carnicero, el dependiente, el reponedor. Esa gente, de la que tanto habla Pablo Iglesias, que somos todos, los trabajadores que tenemos que sacar adelante este país y que no sabemos si nos vamos a quedar atrás.
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