La intervención ayer de la portavoz socialista Adriana Lastra en el debate sobre la prórroga del estado de alarma será recordada en la historia del parlamentarismo español como el peor ejemplo de hasta qué punto un polÃtico puede actuar de forma tan miserable.
SÃ, asà de duro, porque aunque fueran ciertas, que no lo son, la retahÃla de descalificaciones que vertió sobre el lÃder de la oposición, Pablo Casado, la representante del partido que gobierna España tiene que tener un mÃnimo de respeto por los más de 14.000 fallecidos que ha provocado esta pandemia.
¿Qué habrán pensado los familiares de estos fallecidos, los de los miles de contagiados, los enfermeros, sanitarios y particulares que luchan a a brazo partido por vencer al coronavirus, al escuchar la ira, rayando en el odio, de las palabras de Lastra?
Y lo que es peor, pronunciadas minutos después de que el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, reclamara “unidad y lealtad” al conjunto de la oposición.
La obra de teatro que diseñó ayer Iván Redondo en el Congreso de los Diputados es el ejemplo de que este Gobierno nos toma por imbéciles a los españoles, que nos desprecia y que solo somos un instrumento en su laboratorio de ideas para intentar exculpar a Pedro Sánchez y a Pablo Iglesias de esta tragedia, a la que nos ha conducido su negligencia, su torpeza y su incapacidad.
El partido que llamó “asesino” al Gobierno de Rajoy por sacrificar al perro “Excalibur” de la única contagiada por ébola en este paÃs, a la que salvó la magnÃfica labor de la sanidad española; que acosó las sedes del PP la noche fatÃdica del 11M y animó a la revueltas con el famoso “pásalo”, se permite el lujo de subir a la tribuna de oradores del Congreso, con 14.000 muertos encima de la mesa, para acusar al lÃder de la oposición, pero podÃa haber sido cualquier otro, de “alimentar bulos, mentiras y odio”, de ser “desleal e indigno» e incluso de afirmar que los recortes en la sanidad han sido los culpables de la falta de material en los hospitales españoles. Todo ello para quitarse el marrón que tienen encima.
En polÃtica no vale todo, y esta intervención perseguirá a Adriana Lastra durante toda su carrera polÃtica, que espero que sea lo más corta posible. Este paÃs, que está sufriendo tanto y que va a sufrir más todavÃa, necesita polÃticos con otra talla moral, y con otra humanidad.
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