El secretario general del PSOE, Pedro Sánchez, tiene todo el derecho del mundo, faltaría más, a votar en contra de la investidura de Rajoy todas las veces que estime oportuno. Allá él con las consecuencias políticas de esta decisión.
Pero lo que, a mi juicio, no tiene derecho, a costa de perder toda credibilidad política, es a tomarle el pelo a los españoles en un momento tan complicado para el futuro del país.
Después de dos elecciones generales, dos investiduras fallidas y de su ya famoso “no, es no, y qué parte del no no has comprendido” al PP y a Rajoy, decir ahora que va a iniciar una ronda de contactos para volver a decir “no” a Rajoy, es, sencillamente, una tomadura de pelo.
Esto es una burla política y no sé yo si los políticos se están dando cuenta del ridículo nacional que están haciendo. ¿En qué cabeza cabe que, después de decirle por activa y por pasiva que “no” a Rajoy coja ahora el teléfono y lo llame para decírselo otra vez en una nueva farsa de negociación política? Rajoy, a diferencia de Sánchez que ni le cogía el teléfono, ni le respondía a los mensajes entonces (ahora parece que para hacer el paripé le han entrado las prisas para hablar con el presidente en funciones), se ha puesto a la primera.
Vamos a ver, que si Sánchez no se abstiene no hay Gobierno, que si Ciudadanos no apoya o se abstiene a un gobierno liderado por Sánchez y Podemos tampoco y que Sánchez solo puede ser presidente si lo apoyan Podemos y los independentistas Pues como esto ya lo sabemos y es imposible, déjense por favor de puestas en escenas y llamamientos al diálogo, y dedíquense a cambiar la Ley Electoral para que la campaña se acorte y se puedan celebrar elecciones el 18 de diciembre.
Como me decía ayer una analista política, los políticos lo que tienen que hacer es ir a las piscinas y poner la oreja en las tertulias políticas de la gente corriente para darse cuenta del ridículo que están haciendo. Al parecer Sánchez sí lo ha hecho, según las fotos de ayer de ok diario en las que aparece mandando mensajes desde la piscina de su casa en esa nueva ronda de contactos que él solo ha iniciado, sin ningún mandato real que se lo pida. Una pena que aparezca solo, a lo mejor, si se hubiera sentado con alguno de esos grupos de españoles que intentaban sobrellevar los cuarenta grados que cayeron ayer en España, hubiera cambiado de actitud.
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