Me ha recibido Londres con un sol insólito y resplandeciente que ha llenado las terrazas de la capital del Reino Unido de un ambiente veraniego, irreconocible en esta época del año. Una luz que contrasta con la lluvia y el cielo triste y nuboso con el que me ha despedido España y que no es más que el reflejo del estado de ánimo de una sociedad que se enfrenta en los dos próximos meses a una etapa crucial para dirimir su futuro.
Tengo la sensación de que dejo una España sumida en el desconcierto polÃtico, que ha sabido salir de la crisis con una gestión acertada de la misma y un esfuerzo colectivo digno de reconocimiento, pero que llegado el momento de reconocer estos méritos, no tiene claro a quien atribuÃrselos y sà realmente alguno se lo merece.
Dejo un Partido Popular que parece (habrá que constatarlo en estos dos meses) no querer afrontar la renovación interna de sus listas. Una renovación absolutamente imprescindible que pasa por jubilar a viejas glorias que han hecho un gran servicio a España pero que deben dar un paso atrás si realmente quieren ayudar a la victoria electoral de Rajoy. Pongo como ejemplos a Javier Arenas o Teófila MartÃnez en AndalucÃa. Solo sus nombres pueden echar atrás a muchos potenciales votantes.
Dejo a un Aznar enfadado consigo mismo y con el mundo, que arremete contra su partido en el peor momento posible.
Dejo a una nueva formación polÃtica, Ciudadanos, que con su frescura puede amenazar al PP en su hegemonÃa en el centro derecha español. Un partido sin pasado en la gestión polÃtica al que el PP puede hacer frente si diseña con inteligencia su estrategia electoral.
Dejo a un PSOE ansioso por alcanzar el poder a cualquier precio, que si sigue con esa estrategia de alianzas puede hacer mucho daño a España. No todo vale en polÃtica para gobernar el paÃs.
Dejo, afortunadamente, a un partido de la izquierda radical, como Podemos, en lenta caÃda porque el populismo y la demagogia terminan siempre por pasar factura. Y si no que se lo pregunten al taxista que me llevó al aeropuerto que se lamentaba de las consecuencias que va a tener para su negocio la genial idea de la alcaldesa de Madrid, Manuela Carmena, de cerrar un dÃa sà y otro también el centro de Madrid para celebrar el DÃa sin Coche, la Fiesta de la Bicicleta, o no sé cuantas ocurrencias más. “Algunos no se dan cuenta de que la gente trabaja, y esto hace mucho daño porque nos quita el trabajo”, se lamentaba.
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