Estaba predestinado para trabajar en la carnicería de su padre, y eso en la Galicia rural de los 70 significaba sacrificar cerdos y vacas para atender a la clientela. Pero su tesón lo ha llevado por muy distintos derroteros. Nació en 1957 en Castrelo, una parroquia de Cambados, Pontevedra, y desde muy pequeño le gustaba moldear figuritas con barro. “Este niño va para artista”, dijo alguna vecina. Más adelante utilizaba ya una navaja para trabajar la madera, y hoy hace hablar a las piedras.
Viñedos de albariño junto al estuario del río Umia, desde la Fundación Manolo Paz.
Manolo Paz es un enamorado de la naturaleza que le rodea en su comarca natal, El Salnés, tierra de albariño y bateas, de turismo creciente. Pero el se ha fijado más en las rocas graníticas de su entorno, tan preciosas para él como los diamantes. ¿La piedra más hermosa? “La que todavía me queda por trabajar”, responde.
Escultor abstracto y figurativo a la vez. Abstracto por la naturaleza misma de los minerales, figurativo porque los objetos representados en muchas de sus obras son identificables, aunque él no se lo proponga.
Entrada a la Fundación Manolo Paz en Cambados, Pontevedra.
Minimalista, le interesa solo lo esencial, se adentra en las entrañas de la roca y las saca a la luz para que las veamos. “La única manera de entrar en la piedra es asustarla… porque si no, te asusta ella a ti”.
Su arte es un arte procesual, es decir, sus obras forman parte de un proceso creativo que no acaba en el objeto por él creado y que sigue evolucionando en la mente del espectador. Se le ha incluido en la Generación de los Renovadores del arte gallego, como los pintores Manuel Colmeiro Guimeraes o Emilio Fernández Rodal.
Museo al aire libre con esculturas de Manolo Paz.
En 1978 ingresó en la Escuela de Artes y Oficios Mestre Mateo de Santiago de Compostela y solo un año después ya ejercía como profesor en la Escola de Canteiros de Poio, Pontevedra. En ese mismo año realizó su primera exposición.
Su gran salto adelante lo dio en 1983 cuando viajó a Nueva York y pudo ver exposiciones vanguardistas que antes no podía ni imaginar. Sufrió una transformación que él define como algo que le hizo pasar “del satélite al monolito”, bajar de los espacios exteriores y centrarse en el terruño más próximo. “O encanto da pedra chan”, como diría Rosalía de Castro.
Los menhires con ventanas son algunas de las obras más características de Manolo Paz.
Compaginó su pasión artística con la pesca de altura para llevar un jornal a casa, y poco a poco fueron llegando las exposiciones por toda España, Estados Unidos, Japón, Alemania, Bélgica…
En 1994 realizó una de sus obras más representativas y que ya le acompañarán siempre, los menhires, un grupo de 12 piedras alargadas al estilo megalítico que se instalaron frente a la Torre de Hércules de La Coruña.
El escultor junto a uno de sus menhires en la Fundación que lleva su nombre.
En 2010 hizo la cruz para el altar en la que Benedicto XVI ofició los actos litúrgicos durante su visita a Santiago de Compostela. En 2011 construyó otro menhir, esta vez de diez metros de altura y más de 120 toneladas de peso, que fue colocado a la entrada del aeropuerto de Santiago de Compostela.
Obras que le han valido ser comparado con el escultor alemán Ulrich Ruckriem (Düsseldorf, 1938), aunque los monolitos de éste son más duros, con perfiles y aristas más agresivos, teutónicos, mientras que los de Paz están pulimentados, suavizados, dulcificados, como el carácter gallego.
Varios túmulos colocado en la Fundación Manolo Paz.
También son muy representativos en la obra de Paz los túmulos, una serie de cantos redondeados y superpuestos piramidalmente que recuerdan a los ovoos tibetanos, las apachetas sudamericanas o los cairn celtas. Oníricas formaciones tan misteriosas, que incluso el escritor H.P. Lovecraft, el padre del terror narrativo, las tomó como protagonistas para su cuento “El montículo”.
Manolo Paz posa en una de sus últimas obras.
La última tendencia del artista son las esculturas de piezas geométricas ensambladas, que primero son maquetas de madera y luego obras mucho mayores en piedra.
Pero su obra favorita es la Fundación Manolo Paz, un museo al aire libre inaugurado en 2010 a tan solo 4 km de Cambados, en Quintáns, uno de los majestuosos paisajes de la comarca de El Salnés, junto al estuario del río Umia. Arte y naturaleza unidos en un espacio vivo que se puede visitar con cita previa y que no debe de faltar en la agenda de nadie que vaya a la región.
Fotos: PILAR ARCOS
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