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A cuerpo de rey

A cuerpo de rey
F. Pastrano el

De nuevo en un avión. Miguel Ríos (ya lo he dicho alguna vez) vivía en la carretera, yo en la carlinga de un avión. Esta vez el destino final es Singapur, esa joyita que une Occidente con todas las Asias, pero antes tengo que pasar por Doha. Qatar Airways nos lleva en su flamante clase Bussines.

Boeing Dreamliner B 787-8 en Barajas.

En la publicidad dice Qatar que su clase Business es la mejor del mundo. De hecho ha recibido ese premio este año en la votación mundial en los Skytrax World Airline Awards. Así lo decidieron 18,9 millones de personas de 110 países. Y no es la primera vez, ya lo consiguió en 2011 y 2012.

Clase Bussines.

 

Y es que Qatar está que se sale. Este mismo año ha conseguido también los premios a la Mejor Aerolínea del Año, de Oriente Medio, al Mejor Asiento Clase Business, a la Aerolínea con Mejor Puntualidad en 2014…

 

La butaca es bonita, cómoda y amplia, muy amplia (y lo digo yo que también soy muy amplio). Pone el folleto que es un “lujo 5 estrellas en el aire”, me lo creo.
Cuando se domina el aparentemente complicado pero muy intuitivo panel de mando, la butaca se convierte en una cama de 2 metros de larga totalmente horizontal. El que no duerme en ella no es porque esté incómodo.
Y entre la verticalidad de 90º y la horizontalidad total hay toda una gama de intermedios con reposapies y reposabrazos que pueden subirse y bajarse a voluntad.
Incluso con un suave pero contundente masaje de espalda a base de rodillos vibratorios en el interior del respaldo.
Pantalla HD de 17 pulgadas, mantas de lana virgen forradas en algodón, pijamas en los vuelos nocturnos, y neceser con productos de aseo de Giorgio Armani.

El vuelo Madrid-Doha lo hago en un Boeing Dreamliner B 787-8, uno de los aparatos comerciales más modernos que, desde el pasado mes de agosto se ha incorporado a esta ruta. Me dicen que consume un 20% menos de combustible y que genera menos emisiones de CO2 que otros aparatos similares. La configuración de Business es 1-2-1.
El vuelo Doha-Singapur lo hago en Airbus A 350-900, que tampoco está nada mal. Misma configuración y butacas de Business.

 

El menú, a la carta, se encuentra a la misma altura. Cocina internacional de autor con ingredientes de primera calidad. Raciones generosas en las dos comidas que se sirven en vuelos de 6 horas, algo poco frecuente en otras compañías. Está claro que aquí nadie pasa hambre.

Como entrante tomé en esta ocasión langostinos a la plancha con azafrán y ensalada de frutas. En otro vuelo pedí un mezze clásico árabe: hummus, tabouleh y moutabel.

El plato principal fue un cordero asado al estilo árabe con quinoa y berenjenas. Se deshacía en la boca y estaba tan tierno que no necesité el cuchillo.

De postre elegí una bandeja de frutas naturales de estación: piña, papaya, naranja, dragón, higo, grosellas y otras berries a las que no sé poner nombre. Todas maduras y dulces.
Antes tomé una tabla de quesos surtidos que nos emocionaron tanto que se nos olvidó fotografiarla.

 

En los aviones no suelo beber café, o mejor dicho ese líquido oscuro que sirven las azafatas, pero esta vez me animé. Hice bien, puede que en comparación (y el listón estaba muy alto) sea lo mejor que me sirvieron en todo el vuelo. Soy incapaz de identificar su origen, ni falta que hace, pero estaba excelente. La taza de cerámica, sencilla y equilibrada, ayudaba mucho.
El vino que seleccioné era un Burdeos tinto Chateau Cantenac Brown de 1998. Había otros cinco para elegir, pero creo que no me equivoqué.

Y para colmo la azafata me entrega una cajita con cuatro chocolatinas francesas Valrhona, dos con leche: Jivara y Bahibe, y dos negro: Alpaco y Tainori. Fin del banquete.

 

El entretenimiento a bordo está servido por el sistema Orix, que al parecer cuenta con más de 2.000 opciones. No se si tantas, pero sí muchas más de las que el pasajero puede comprobar. Lo último en cine, televisión y juegos. Películas en varios idiomas, incluido el español. Elijo “Las ovejas no pierden el tren” (2015) y luego una de Bollywood, “Dil Bole Hadippa”, con subtítulos en inglés. Ambas divertidas cada una en su estilo.
También hay conexión wifi que permite utilizar el móvil y estar conectado durante el vuelo. Así las 6 horas y media que se tarda a la ida (una más a la vuelta) se hacen bastante cortas.

El Boeing Dreamliner cuenta con una calidad del aire mejorada, ya que aporta más oxígeno y humedad que otros aparatos, lo que redunda en una menor fatiga. A ello también contribuye la iluminación LED.
Las ventanillas más alargadas de lo normal. No cuentan con persianas, pero son regulables en cinco niveles por el propio pasajero, oscureciéndose y dejando pasar una tamizada penumbra azulada incluso cuando el sol está dando de cara. Una vista de ensueño que facilita el descanso.

Fotos: Pilar Arcos

 

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