De compras por Bilbao

Bilbao es una ciudad en constante cambio. El Botxo (Hoyo en euskera, pues está rodeado de montañas) era industrial y gris hasta que dio paso a finales de los 90 del siglo pasado a una ciudad luminosa, moderna. La inauguración del Museo Guggenheim en 1997 fue el punto de inflexión. Y desde entonces, por muchas veces que vayamos a Bilbao, siempre nos sorprende con algo nuevo o algo antiguo rejuvenecido.

Solo hay que recorrer la ciudad por los barrios de Abando, Indautxu, Gran Vía o el Casco Viejo para comprobarlo en sus edificios y sus tiendas que exponen desde los productos más típicos a las tendencias más avanzadas.
Hablar del Casco Viejo, por ejemplo, es hablar de las Siete Calles (Somera, “la calle de encima”; Artecalle, “la calle del medio”; Tendería, “la de las tiendas”; Belosticalle, “la de arriba”; Carnicería Vieja, “la de las carnicerías”; Barrencalle, “la de abajo”; y Barrencalle Barrena, “la calle de debajo de allí”, la más cercana a la ría), las mismas que dieron origen a la urbe y que hoy componen el barrio de las compras por antonomasia.

Los Reyes Magos lo saben, por eso se abastecen en Bilbao de muchas de las cosas que luego regalarán la noche del 5 de Enero. Y con su permiso les vamos a acompañar en una de sus salidas de compras. Para empezar, pasamos por la ría y a la altura de la Pasarela Zubizuri (el puente de Calatrava sobre el Nervión) nos llama poderosamente la atención la cabeza gigante de una niña que parece ahogarse en el río. Se llama Bihar, que suena a hindi, pero que significa en euskera Mañana, una escultura hiperrealista de 2 metros de diámetro del artista mexicano Rubén Orozco, inaugurada en septiembre 2021. Dependiendo de las mareas, la cabeza parece salir del agua o hundirse en ella. Forma parte de una campaña para impulsar la reflexión social sobre “el futuro, hundido o a flote, de las próximas generaciones”, especialmente en el caso de las niñas.

Muy cerca, en la margen derecha, hay un grupo escultórico de la artista navarra Dora Salazar, cuatro figuras femeninas de bronce tirando de una cuerda gruesa. Representan a Las Sirgueras, mujeres que hasta bien entrado el siglo XX remolcaban barcos por la ría tirando de las sirgas (maromas). Simbolizan la necesidad de “continuar caminando hacia una igualdad aún no conseguida”.
Dos ejemplos del interés de los bilbaínos por reivindicar la igualdad de género.

En la calle de Artekale 22 nos encontramos con la tienda Orriak “Detalles originales”, un establecimiento de regalos diferentes, un proyecto familiar de 2012 que ofrece además de los tradicionales recuerdos de Bilbao y del País Vasco, piezas únicas hechas a mano con mucho ingenio. Desde hojas secas recortadas, que recuerdan al “kirigami” del japonés Kako Ueda o al de los monjes budistas, hasta posavasos explicando a su manera algunas expresiones supuestamente vascas: “Hostia: golpe de incalculable fuerza que suele ser mortal para el que no es de Bilbao”.

Calzados Bizkarguenaga está en la calle Goienkale, 8. Desde hace más de un siglo vende zapatos de trabajo, alpargatas, abarcas… calzado para toda la familia y de ancho especial que han sobrevivido a mil modas.
Otro establecimiento centenario es Sombreros Gorostiaga, calle del Víctor 9, donde desde 1857 venden boinas y sombreros. Encontramos desde txapelas locales (“…Que no somos de aquí que somos de Bilbao y por eso llevamos txapela a medio lao”) en todas las tallas imaginables, incluso para bebés, hasta tocados de paja toquilla (sombreros de Panamá) Made in Ecuador.
Y al lado, calle del Víctor 5, nos encontramos la antítesis. SKFK es una marca vasca de moda femenina presente en 38 países. Sus diseñadores aseguran que son prendas “cool & conscious”, es decir modernas y conscientes y que su fabricación mantiene un compromiso con el medio ambiente y la sostenibilidad.

Es la hora del aperitivo y Bilbao está repleto de bares de pintxos,especialmente en la Plaza Nueva y sus aledaños. Pero los Reyes Magos me han llevado en esta ocasión al Mercado de la Ribera, uno de esos ejemplos de algo antiguo rejuvenecido. Inaugurado en 1929 sobre otro anterior, fue durante mucho tiempo un ejemplo de plaza de abastos, la mayor cubierta de Europa. El aspecto actual data de la remodelación de 2012 y combina a partes iguales un mercado tradicional para hacer la compra diaria con un espacio con la oferta gastronómica de últimas tendencias. Allí podemos encontrar desde un besugo pescado la noche anterior, hasta una gilda, el pincho por excelencia del País Vasco (aceituna, piparra y anchoa) o una carolina, dulce tradicional de Bilbao (pastel de crema y merengue).

Y casi sin darnos cuenta, entre pintxo y zurito ha llegado la hora de comer, que los Reyes Magos trabajan mucho pero no son tontos. Como en el caso de los bares, en Bilbao hay infinidad de buenos restaurantes. El viajero puede hacer la prueba y meterse en uno cualquiera, al azar, casi con seguridad que acertará. Pero a nosotros nos han llevado nada menos que al Nerua. Para empezar, este restaurante está dentro del museo Guggenheim. Marco incomparable. Sentados en una de sus salas, vemos a través de la ventana la enorme araña (casi 9 metros de altura) llamada Mamá, de la artista Louise Bourgeois, homenaje a su madre que era tejedora. Pero el verdadero espectáculo llega cuando nos sirven un menú denominado Muina (Esencia), que plasma la filosofía culinaria del chef Josean Alija (una estrella Michelin): Tomates (cinco variedades) en salsa de hierbas aromáticas y fondo de alcaparras. Txitxarro en escabeche de aceituna. Hongo en eclair (petisú salado) con yema de huevo, cebolla y café. Bonito en jugo de tomate asado y chalota encurtida. Trío de anchoas: asada, frita y en salvia. Merluza frita con pimientos choriceros. Lomo de vaca con crema de calabaza y naranja. Y de postre no podía faltar una carolina (de la que ya hemos hablado en el Mercado de la Ribera) con fresas, rosas y coco. Entre las bebidas destaco la cerveza La Salve Munich, una dubbel de inspiración belga fabricada en Bilbao con notas a clavo y malta.

Nada más comer nos trasladamos al Centro Superior de Diseño Kunsthal, que abrió sus puertas en 2018 en Zorrotzaurre, una isla artificial formada tras la excavación del canal de Deusto. Es una cooperativa sin ánimo de lucro en la que se imparten clases de diseño en el amplio sentido de la palabra, el primer Centro Superior de Diseño de Euskadi. Su objetivo es convertir a Bilbao en una ciudad universitaria, rejuvenecerla con población joven y atraer talento. Y lo consigue.

Con el deseo de conocer más sobre el nuevo diseño bilbaíno, vamos al Espacio DendAZ (Azkuna Zentroa) que ocupa lo que fuera la Alhóndiga de Bilbao, un antiguo almacén de vino reconvertido en centro de ocio y cultura. Es el punto neurálgico del Bizkaia Eskutik, una iniciativa que promueve la Diputación Foral de Bizkaia con el objetivo de fomentar la colaboración entre artesanos locales y diseñadores. Exposiciones, espectáculos, actos culturales… También la tienda “This is Basque Design” en la que podemos encontrar desde un bolso a un jarrón, pasando por regalos, camisetas, pequeñas joyas, juguetes, papelería, librería de temas sobre arte…

Volvemos al centro de Bilbao. Nuestro siguiente destino es la Joyería Eguzkilore, en la calle de Maximo Aguirre 20, muy cerca de la Plaza de Moyúa en Abando, un barrio señorial donde la mayoría de las casas son del siglo XIX y principios del XX. Aunque los joyeros Zuluaga empezaron su actividad hace más de setenta años, la marca Eguzkilore no la crearon hasta 2007. Alta joyería con diseños exclusivos basados en los símbolos de la tradición euskaldun. “Eguzkilore” significa girasol, la flor utilizada para espantar a las brujas.

Siguiendo la ruta del arte, nos vamos a la Galería Michel Mejuto, calle de Juan de Ajuriaguerra 18. Seguimos en Abando. Aquí suele estar el propio Michel Mejuto, marchante e historiador del arte que fundó esta casa en 1984 sobre todo para exponer y vender obras de los artistas vascos históricos del periodo comprendido entre los años 1850 y 1936. Hablar con él es una delicia (“Si la pieza pega con el sofá y te gusta… ¡cómpratela!”) y un interesante aprendizaje entre obras de Regoyos, Arteta, Iturrino, Durrio y Zuloaga entre otros.

Llega la hora de la cena. Valdría repetir lo dicho a la hora del almuerzo: hay centenares de restaurantes buenos y muy buenos. En este caso hemos ido muy cerca, al Basuki, que está en Juan de Ajuriaguerra 14, la misma calle que la Galería Michel Mejuto.
Zuriñe Fernández dirige un equipo de jóvenes profesionales de los fogones que han aprendido de maestros como Arzak, Berasategui, Paco Roncero o Quique Dacosta. Raciones y platos con todo tipo de influencias, a menudo con un toque personal. A destacar el tartar de atún con totopos (tortilla de maíz), el arroz cremoso con pulpo, el pan bao (masa china al vapor) de ternera pibil (maya), o la lubina al horno con mejillón y ají rojo.

La noche bilbaína es como la neoyorquina, “never ending”. El Botxo nunca duerme pero nosotros hoy estamos cansados, nos hemos pateado con los Reyes Magos buena parte de la ciudad con propuestas a cual más interesante, y es hora de ir a descansar. Y lo hacemos en el Hotel Hesperia, en primera línea de ría, enfrente del Museo Guggenheim. Una fachada de cristales de colores que no pasa inadvertida encierra un establecimiento pulcro, confortable y tranquilo, aunque si abres las ventanas (solo si las abres) oigas los fines de semana la algarabía festiva en torno a la Pasarela Zubizuri.

Otros recorridos interesantes se encuentran fuera de la ciudad, en Las Encartaciones, por ejemplo, donde está el vanguardista Basque Design Center, las tradicionales txakolinerías, o una fábrica de chocolate que conjuga la paradoja de ser fiel a la tradición y a la vez muy rompedora. Pero eso es ya otra historia que contaré otro día. El inquieto Bilbao da para mucho.

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Las fotos de este reportaje son de Pilar Arcos.