Hubo un tiempo, al inicio de su carrera, allá por 1965, en que los Rolling Stones se nutrían casi exclusivamente de la fabulosa música negra de Chess, Motown, Hi, King, Tamla, Atlantic, Philles, Stax, Keen, Volt, RCA-Victor, poderoso río donde nadaban peces de colores admirables, como James Brown (de quien Mick Jagger en el teatro Apollo aprendió lo que era dominar sobre un escenario), Otis Redding y Solomon Burke (de quien aprendieron a cantar como si fuera la última vez), Bo Diddley (a quien deben un porcentaje altísimo de la sección rítmica de sus canciones), Smokey Robinson y Marvin Gaye (que les enseñaron que se puede ser sexy y tierno al mismo tiempo); y más, como Stevie Wonder, Rufus Thomas, Wilson Pickett o Bobby Womack. Todos ellos versioneados por los primeros Rolling Stones. Sin olvidar, por encima de todos ellos, a Chuck Berry, el padre no solo de los Stones, sino también de los Beatles. Capítulo aparte es el del blues del Delta –Wolf, Waters, Johnson-, cuyos aullidos a la luz de la luna fueron la otra mina de oro de la que nutrieron los de Londres.
Una de esas canciones soul cantada por los primeros Rolling Stones es el delicioso single “Good Times” (1964) de Sam Cooke. Aparece un año después de la original en el elepé out of our heads, aún con Brian Jones y una más que importante aportación instrumental de Jack Nitzsche.
Sam Cooke es uno de los más apasionantes soulman de todos los tiempos, no solo por su carisma y sus canciones sino sobre todo por ser uno de los primeros en aprender a llevar las riendas de su carrera musical con inteligencia. Su salida del circuito gospel fue una de las primeras profanaciones que abrieron camino hacia el pop dentro de la comunidad negra estadounidense.
Su desdichada muerte a los 33 años en el Hacienda Motel un 11 de diciembre de 1964 privó a la música de uno de sus mayores talentos. En aquel 1964 tendría tiempo para grabar tres nuevos singles, los últimos de su truncada carrera. Quedaba Otis Redding, el otro gran soulman. Hasta que casi exactamente tres años después moría un 10 de diciembre de 1967 al estrellarse el avión en el que viajaba. Terminaba la era dorada del soul dejando huérfanos a unos Rolling Stones obligados a buscar desde entonces otros brebajes para sus canciones.
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