PARTE I: El regusto por la ucronía no debería estar reñida con la actualidad. ¿O tal vez sí? El caso es que un grupo militante de las armonías vocales como lo fueron Solera, Cánovas, Adolfo, Rodrigo y Guzmán o los propios Cadillac (que quedaron décimos en Eurovisión, a ver como va la cosa mañana…) ha sido siempre un rara avis en el panorama del pop español, si traspasamos la década de los sesenta, porque entonces sí que fueron muchos los que sin saberlo imitaban ese corrillo de Harlem donde se juntaban (como ahora en el botellón, recitando trap) los muchachos sin recursos para armonizar, crear belleza urbana y si se daba el caso, ligar. No hemos cambiado tanto, las obsesiones del sapiens son bien conocidas, y una de sus preferidas es el deleite, y si es con música, mejor. Hablar de sapiens viene al caso porque en el programa “La Voz” se ha generado un momento único, sorprendente: un jurado, donde se encuentran figuras de éxito incuestionable en cifras de ventas como Bisbal, Paulina Rubio y Pablo López. Todos conocen el revuelo creado cuando aparece como concursante José María Guzmán, de 66 años. Ninguno de los que escuchan “Señora Azul” parece reconocer ni la canción ni al cantante ni al compositor. Acaso Pablo López, que aprieta el botón, para quedarse con él, como maestro. El mundo al revés, puro surrealismo, dado que quien debería enseñar es Guzmán, y no al revés. Es todo tan increíble que supone un momento televisivo impagable. Y uno hace sus pesquisas, porque no se lo acaba de creer: ¿será un montaje? Pues no, queridos, es tan cierto como que el sol saldrá mañana, siendo empiristas. Pero no solo eso, es que además no vimos todo lo que ocurrió en esa estupenda conversación. Ay, Paulina, que mira que te queremos, y amamos México lindo, pero preguntarle a Guzmán, con total condescendencia: “¿A qué te dedicas?”. Eso es muy fuerte. La contestación -que fue cortada por Antena 3- fue: “Yo me dedico a ser fontanero, y canto en mis ratos libres”. Chúpate esa. Es lo que tiene ser de Madrid.
PARTE 2: Tanto retruécano, ditirambo y circunloquio viene que ni pintado como una confluencia astral para predisponer a la escucha de algo que en “La Voz” tampoco acertarían a saber de qué se trata. Fue en otra etapa del pop español, en los inicios de los ochenta, en plena Movida Madrileña, con Tierno Galván diciendo aquello de: “Y el que no esté colocado, que se coloque”, que lo mismo servía a un parado que a un drogata, mientras traducía del alemán (más mal que bien) a Wittgenstein y su Tractatus. Con las Investigaciones ya como que no se puso nuestro alcalde. Era más largo. En ese contexto aparecieron TOTEM, con éxito vertiginoso y fugaz. Ahora, bueno, hace un par de años, han vuelto de manera decidida los hermanos Peñacoba, Javier y Carlos, aquellos del single de “Háblame”, portada de disco con mesa camilla y salón estilo rancio abolengo de por medio. El amor a la música y, sobre todo, a las armonías vocales, es el nexo, ese lugar mágico, como agua en la orilla del río de la inmortalidad donde todos los músicos confluyen en un imaginario bestiario musical escrito por Borges. Pongan los nombres que más les gusten, son tantos. Una tarde, en su estudio casero, me confesaron que las letras, en su caso entran después de la música. Y cualquiera que se acerque a ver lo que hacen queda bastante pasmado. Como un frasco de las esencias, un perfume que hubiera quedado guardado y se hubiera abierto por efecto de algún ratoncillo que recorriera la despensa familiar.
El próximo 25 de mayo, sábado, presentan su nuevo disco Rozar tu Corazón, una orgía de melodías en siete canciones. Con la presencia de José María Guzmán. Será en Alberto Alcocer, nº 48, a partir de las 22:00.
Más información en la web del grupo: https://www.totemweboficial.com/
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