Del sorpasso a la sorpresa. Ninguna encuesta hubiera acertado el resultado electoral del #26J. Nadie hubiera vaticinado que Bartlebly, el que preferirÃa no hacerlo, ganarÃa las elecciones. Mariano Rajoy se superó, tanto en escaños como en su discurso en el balcón de Génova, botando, al grito insólito de «¡Sà se puede!».
Quién siga pidiendo la cabeza del lÃder del Partido Popular para formar Gobierno, no ha entendido el mensaje de las urnas. Es más, si se obstinan en no pactar y fuéramos a unas terceras elecciones, el PP serÃa capaz de volver a conseguir mayorÃa.
Pedro Sánchez se dejó cinco escaños después de cuatro meses intentando ser presidente. De un resultado histórico, el peor del Partido Socialista, a vender ahora que es la «primera fuerza polÃtica de la izquierda».
No es lo que piensan en su partido. Un dirigente socialista me cuenta de madrugada: «El PSOE respira, aunque no ha caÃdo por el canto de un duro. Esta noche hay gente que está tomando decisiones. El escenario es lo suficientemente complicado y habrá movimientos. No podemos ir a un Gobierno con Pablo Iglesias. Susana DÃaz ha perdido la baza. Sinceramente, la esperanza es Eduardo Madina, que a pesar de todo, ha conseguido entrar en el Congreso».
El estratega de «Juego de Tronos» se equivocó. El cálculo de escaños que conseguirÃa una candidatura de Podemos, las confluencias e Izquierda Unida se esfumó. De sumar a restar, para quedarse en el mismo número. Se cumple el dicho que en polÃtica, dos más dos no son cuatro. 71 escaños sigue siendo un gran resultado para una formación con tan sólo dos años, pero las expectativas de aniquilar al PSOE fueron tan altas, que su celebración en el Reina SofÃa olió a fracaso.
A Pablo Iglesias se le congeló la sonrisa, a pesar de su último grito de «seguiremos llamando a las puertas del cielo».
El gran perdedor de la noche fue Albert Rivera. El «pacto del abrazo» vendido como si fuera el Tratado de Versalles asfixió a Ciudadanos, que le terminó echando la culpa a la ley electoral. ¿No era la misma que el #20D?
Su discurso centrado en que no va a hablar de sillones, sino que estará en la oposición, sonó reiterativo. TendrÃa que analizar las veces que ha hablado de los dichosos sillones en campaña, y darse cuenta de que no se entiende que unas veces no se pronuncie contra Rajoy, y otras sea una lÃnea roja.
Finalmente ni el Brexit ni las grabaciones de Férnández DÃaz ni el desaparecido Bárcenas ni las encuestas que no acertaron ni una, han podido con un Partido Popular, que entró al filo de la medianoche en éxtasis con ese hombre fiel sólo a sà mismo: «España será lo que los españoles quieren que sea».
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