Abróchense los cinturones. Pedro Sánchez no tuvo que coger el coche para reventar las primarias del PSOE, sólo para entrar por el garaje de Ferraz y salir triunfador con mayorÃa absoluta. Lo suyo ha sido como si condujera el coche fantástico de Michael Knight, mientras Susana DÃaz se hacÃa un Hillary como una casa, con más avales que votos. No se escondió como la americana, pero no mencionó su nombre, como si le estuviera gritando Penélope al oÃdo: «¡¡¡Pedrooooooo!!!».
Antes de conocerse a las dos de la tarde que la participación en las primarias era del 51%, preguntaba a los dirigentes de un lado y otro cuál era el ambiente. Las respuestas iban desde «tranquilo» a «tenso» o con «optimismo» y recalcaban la alta implicación de la militancia. Cómo habrá sido, que hasta mi madre sin ser del PSOE, preguntaba dónde tenÃa que ir a votar.
Las semanas previas han sido prebélicas. Con territorios en perpetua bronca. Con plataformas volcadas en sus candidatos, visitando a los militantes puerta a puerta como si fueran testigos de Jehová. Con llamadas de horas para convencer a los que ya se habÃan tomado la foto anunciando un cambio radical. Todo ha valido en esta guerra fratricida donde van a coser el partido a puñaladas.
«El partido está malito», decÃa Susana DÃaz. Y no sabÃa lo malita que se iba a poner ella, a disposición del partido, no del secretario general. La primera que le dio alas a Pedro Sánchez para cargarse a Edu Madina. Esas alas que le han crecido como un ave fénix. Estaba tan segura, que ni un dato apuntó en su debate a tres. Ni siquiera habÃa presentado su programa. A Susana se le han roto las costuras y se quedará para vestir santos en su reino de taifas, el único territorio donde se ha impuesto.
El PSOE empieza una refundación desde sus cimientos. No olvidemos la imagen que quiso proyectar Susana cuando presentó su candidatura. No faltaba ni uno. ParecÃa que querÃa hacer suya la frase de Alfonso Guerra cuando controlaba el aparato: «El que se mueve no sale en la foto». Felipe González, José Luis RodrÃguez Zapatero y los barones son también los grandes perdedores.
Vuelve el hombre que dimitió el 1 de octubre a la misma sala del Comité Federal que coronó su defenestración entre lágrimas. «Aquà está el PSOE, aquà está la izquierda», era el mensaje que lanzaba mientras coreaban «sà es sû y «presidente, presidente». Su objetivo, «un PSOE unido con rumbo a la Moncloa».
No me extrañarÃa nada que después de ofrecerle la «sonrisa del destino», Pablo Iglesias le sugiera a un Pedro sin acta de diputado que conduzca el tramabús de la moción de censura. Escucho de fondo a Mariano, como «todo es un lÃo» mejor me hago un Marca, que el Real Madrid ha ganado la liga.
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