La recepción del Dos de Mayo escenificó la guerra frÃa entre la número dos del partido y la numero dos del Ejecutivo. Mª Dolores de Cospedal y Soraya Sáenz de SantamarÃa. SantamarÃa y Cospedal. Tanto monta. Dos mujeres de armas tomar con una silla de por medio como si fuera Mariano Rajoy el que tuviera que tomar asiento para sellar la paz. Pero no. Estaba en Burgos con esas cosas de las que no quiere acordarse como el agujero negro que tiene el Partido Popular en la Comunidad de Madrid.
Si la intención fue transmitir una imagen de unidad para ganar de nuevo el territorio perdido, la artillerÃa pesada del PP mostró su verdadero rostro. Ese hueco está vacÃo. Ya no hay tregua. Unos contra otros. No es sólo que los populares tengan el suelo blando como analizaba Ignacio Camacho sino que dos de sus pilares están midiendo sus fuerzas. Eso sà que va a ser un choque de trenes, con permiso de los catalanes. En su lucha por el poder Cospedal en Defensa y SantamarÃa con el control del CNI pueden destrozar aún más al partido si desatan una contienda fratricida.
No será la primera vez. Cuando Alberto Núñez Feijóo empezó tÃmidamente a dejarse ver por Madrid en el 2013 se filtraron a El PaÃs unas imágenes de 1995 con el narcotraficante Marcial Dorado. Era de nuevo un asunto de cremas. Esta solar. El propio presidente de la Xunta declaró que «tarde o temprano se sabrá el cómo, el quién y el porqué» de airear fotográficas con una «intención» clara. Era un aviso a navegantes. De yates. Más de uno señaló como responsable a la mujer que aúna en sus siglas las tres eses. No era fuego amigo. Era usar una coordenada con una trayectoria y un objetivo claro. Aniquilar al adversario dentro de tus propias filas.