Como si hubiéramos retrocedido a 1978, los tres ponentes de la Constitución que continúan entre nosotros parecÃan salir directamente de su propio retrato para demostrar que 40 años no son nada. Impartieron en la Comisión de evaluación del modelo territorial una lección magistral a una clase polÃtica que se ha quedado anclada en el parvulario. Daba gusto escuchar e imaginar los plenos de la época constituyente, cuando todavÃa no se habÃa consolidado el bipartidismo y estaba todo por hacer.
Miguel Herrero y RodrÃguez de Miñón, lúcido y claro, arrancó su análisis desde lo nimio, los municipios, pasando por las provincias, defendiendo las diputaciones, hasta llegar a la génesis de las comunidades autónomas y el Senado. Acuñando un término para no abrir quirúrgicamente sin saber antes qué se quiere operar: la mutación constitucional. Si no hubiera consenso para una reforma global, se podrÃa llegar a un acuerdo entre los distintos partidos para crear leyes que introduzcan determinados cambios.
La vena gaditana de José Pedro Pérez-Llorca brilló en su intervención. En un esfuerzo por ser sincero admitió que en Cataluña «no se sabe qué va a ocurrir. Si entramos en una fase de moderación, de ciclogénesis explosiva o de surrealismo cibernético». Su apuesta es por reforzar las medidas de integración cuando nos amenaza la desintegración. Señalando a la enseñanza como el gran pecado original, aunque dar un repaso a las competencias educativas se ha convertido en «anatema».
Miquel Roca advirtió de que a dÃa de hoy serÃa complicado alcanzar el apoyo que consiguió la Carta Magna aprobada en referéndum por el 88,5 por ciento de los votantes. «Si no hay consenso no empecemos a hacer nada». Porque podemos terminar como Manostijeras, podando más de la cuenta. O con los dedos atrofiados de tanto enviar tuits y no estar donde se deberÃa de estar. Si tanto ha apostado el PSOE porque saliera adelante estos trabajos en el Congreso, ¿por qué no se ha dignado Pedro Sánchez a arroparlos con su presencia después de exigirlos como condición a Mariano Rajoy para apoyar el 155? ¿TemÃa que le dijeran a la cara lo que opinan de la plurinacionalidad? Como le soltarÃa un socarrón Alfonso Guerra, «el que se mueve no sale en la foto».
Hasta José Enrique Serrano, presidente de la Comisión, estuvo más en su papel y recordó a los partidos que no tenÃan que soltar parrafadas programáticas sino preguntas a los comparecientes, que para eso habÃan venido. Algo que Adriana Lastra no entendió. No varió ni un ápice sus apuntes después de escuchar las distintas intervenciones. Le dio igual que Miñón descartase la vÃa federal por tener «pico y garras» y porqué nunca se precisa a qué modelo de federalismo se refieren cuando se invoca. O que Pérez-Llorca diera un repaso a los distintas realidades apuntando una advertencia: «No debemos recorrer el camino de Yugoslavia». Lastra se quedó tan ancha con una propuesta cañÃ: «Avanzar en el federalismo español». Tendrán que pasarnos el manual de instrucciones de uso.
El Partido Popular se creció. Enamorándose de una Comisión a la que habÃa sido tan reacio. Asà lo hicieron notar aporreando (literal) los estrados y con sonrisas amplias. Aquà no se habla de corrupción. Bermúdez de Castro ni siquiera resucitó a Manuel Fraga. El único de los ponentes al que nadie mencionó. Ciudadanos estaba igual de complacido. Incluso se digno a pasar Carles Campuzano del PDeCAT, uno de los partidos que se han negado a participar por estar Cataluña intervenida junto a ERC, el PNV y Unidos Podemos. Tanta ausencia recuerda la dificultad de tocar una sola coma de la Constitución.
Las Cortes volvieron a adquirir una prestancia perdida. Se respiró honestidad. Modestia. IronÃa. Reconocieron qué cometieron errores y se quedaron lagunas, cuáles fueron las disyuntivas polÃticas, el ambiente en que se gestó el consenso y cómo sin importar la ideologÃa tejieron una malla tupida que ha resistido hasta nuestros dÃas. Después de escuchar sus testimonios provoca irrisión aquel primer discurso de Pablo Iglesias como secretario general de Podemos cuando pretendÃa iniciar «un proceso constituyente para abrir el candado del 78». ¿Dónde lo pretendÃa abrir? ¿En las redes sociales? ¿Por qué no se atrevió a un cara a cara con los padres de la Carta Magna? Fue su ocasión perdida de cantar las cuarenta al régimen de la Transición, pero eso serÃa hacer polÃtica.
La primera jornada de la Comisión demuestra el arduo trabajo que les espera si pretenden cambiar sólo con un par de ocurrencias. Como mencionó Herrero de Miñón con todo el sentido común, «es posible la reforma constitucional por sus defectos, no por su antigüedad. Si es concreta y se sabe para qué y por qué. Nunca en abstracto. Ser consensuada es lo que le ha dado estabilidad». La Constitución al contrario que el retrato de Dorian Grey ha sabido envejecer.
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