El revuelo que ha provocado las palabras de Pablo Iglesias señalando a un periodista en la presentación de un libro en la Universidad Complutense, ha activado automáticamente un debate sobre la crisis de la profesión, cuando díganme, qué no está en plena crisis en estos tiempos… Y recordaba a Manuel Rivas en «El periodismo es un cuento», cuando escribía que muchos, «como Kierkeegard se apuntarían los primeros a un pelotón de fusilamiento para quitar del medio a los chicos de la prensa».
Tengo la sensación de que hemos regresado a los tiempos de la Revolución francesa y que estaríamos encantados de volver a instaurar la guillotina. Primero que pasen los políticos, después los periodistas con nombres y apellidos, después quizás vengan a por mí, y al final no habrá nadie que pueda protestar.
Estamos en el juego de matar al mensajero. Ya sean los compañeros Alberto Carvajal o Ana Romero señalados por el secretario general de una formación que aspira al aplauso fácil en su entorno –«me juego lo que queráis a que esos aplausos no sale en la prensa»– y a su vez a la presidencia del Gobierno.
O por la Fiscalía apuntando a dos grandes profesionales de ABC, Cruz Morcillo y Pablo Muñoz, pidiendo dos años y medio de prisión en lugar de investigar quién es ese «desconocido» que filtró el pinchazo entre dos tipos de la Camorra. Intereses ocultos, intereses cruzados.
Iglesias tiene razón al asumir un «error» al personalizar en un redactor. Como bien se exculpa, su objetivo tendría que ser los «propietarios de medios de comunicación que condicionan líneas editoriales». Así que esperemos que después de la ronda de consultas que empieza de nuevo el Rey, el líder de Podemos vaya por esa senda, con mucho sarcasmo y sin olvidar a nadie .
En su descargo también se ampara en que muchos otros por las redes sociales le recordaban las «ruedas de prensa en pantallas de plasma», como si no hubiéramos criticado por activa y por pasiva a Mariano Rajoy por su actitud indolente, su SMS, la corrupción que salpica a su partido… Pero claro, sólo hablamos mal de Podemos, sin voz para defenderse…
Como si él no hubiera aceptado las normas cuando era colaborador, y fustigaba dando cátedra. Lo escribo con conocimiento de causa. Hablo cuando empezó de colaborador habitual en Las Mañanas de Cuatro, concretamente a partir del 6 de mayo de 2013, antes de que naciera la formación morada, compaginando sus intervenciones con el programa de la tarde Te vas a enterar y los sábados en La Sexta Noche.
El titular que anhela Iglesias: «Vamos a hacer que España se masturbe con nosotros», es del estilo, pero con mejor tono, a una frase que me dijo Jorge Verstrynge en una entrevista en ABC: «Los españoles se están enamorando de Podemos. Ya no va a haber revolución, la gente espera para votarlos. Habrá un zambombazo de votos».
Por cierto, nadie prohibió esas palabras. Tampoco nadie me ha instigado a «colocar noticias que digan que Podemos lo hace fatal». Escribo desde la libertad. Sin censura. A lo mejor esto le suena extraño a Iglesias, al que le gusta ironizar diciendo que «veo con cara de miedo por primera vez a los periodistas».
Volviendo a una reflexión de la antología de Rivas, cuando cuenta porqué se equivocó eligiendo su destino como escritor con una frase de su madre: «Cuando seas mayor, busca un trabajo donde no te mojes». Recuerdo que la mía siempre me decía que nunca me significara. Lo que son las cosas, he decidido que hay que mojarse…
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