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El Napoleón de Ferraz

El Napoleón de Ferraz
Marisa Gallero el

 

G.K. Chesterton describe en «El Napoleón de Notting Hill» la comparecencia de un lunático antes de perder absolutamente la razón exclamando con desprecio: «¿Creéis que no tengo ningún derecho a pelear por Notting Hill cuando vuestro Gobierno inglés ha peleado en tantas ocasiones por bagatelas?». Me imagino a Pedro Sánchez como el iluminado Adam Wayne en trance preguntándose si no tiene derecho a pelear con 85 diputados por ser el presidente de un Gobierno transversal en el que nadie cree.

Atrincherado en Ferraz como si fuera un búnker. Incapaz de hacer una sola autocrítica. El que mando a cambiar la cerradura con nocturnidad y alevosía del Partido Socialista de Madrid, enviando a un equipo de seguridad tras suspender las funciones de los órganos de dirección y nombrar una gestora para expulsar a otro secretario general elegido en primarias, se ha encerrado con la llave por dentro, olvidándose del refrán de «quién a hierro mata».

Sánchez continúa con su huida hacía adelante despreciando que hasta 17 miembros de su Ejecutiva hayan dimitido para forzarle a él a asumir su responsabilidad de tanta derrota electoral. Con una única estrategia. Repetir «no, es no señor Rajoy» y erigirse en el inquebrantable defensor de la militancia. Nunca un secretario general del PSOE se ganó internamente la enemistad de tantos. Provocando que se haya desatado una guerra civil fratricida entre críticos y afines.

Sería un craso error hacer una única lectura, que el golpe de Estado es el de la «oligarquía» para imponer un Gobierno del Partido Popular. Ese es el mantra que repite Sánchez para explicar que su partido le pase por la guillotina, sin querer debatir otros matices, imponiendo una sola voz.

Después de escucharle hasta la saciedad proclamar que «no se puede celebrar un Congreso, porque primero es España», ha retorcido su propio argumento para forzar un calendario imposible, que se ha dinamitado en estas últimas horas. Aquí ya ni importan los militantes ni los ciudadanos.

Pensar que sólo Sánchez es el garante de la izquierda dentro del PSOE y que todos sus críticos quieren votar a Mariano Rajoy es un insulto a la inteligencia. Se habla de abstención como si fuera gratis y no necesitará tanto de una ardua negociación como la exigencia de unas condiciones que nunca se han planteado. Total. Con este espectáculo, el Partido Popular sube el icono de las palomitas, y si vamos a terceras elecciones, se sale.

Porque la realidad es que después de tanto bloqueo, la posibilidad a la que se agarraba Sánchez de un Gobierno transversal con Podemos y Ciudadanos es mentira. Ni ayer ni hoy. Sabe que no tiene el apoyo de Albert Rivera y que la mano tendida de Pablo Iglesias es para cogerle el brazo y fagocitarlo como hizo con Alberto Garzón de Izquierda Unida.

En esta guerra sin sentido, el PSOE se ha disparado un tiro en el pie. Estamos ante la batalla de Waterloo, sin que a Napoleón, pero el de Notting Hill, se le pase por la cabeza dimitir.

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