Mientras todas las miradas se vuelven con inquietud hacía Valencia, esperando escuchar alguna conjugación del verbo dimitir, Rita Barberá será la invitada de piedra en la presentación de «España amenazada» (Península) en la Fundación Rafael del Pino. Luis de Guindos se arropa tanto en el prólogo como en la clausura del acto con la presencia de Mariano Rajoy, volcado en la campaña gallega y vasca, sin mencionar a la senadora investigada por el Supremo. No son tiempos para elogios ni repetir «Rita eres la mejor».
Para Rajoy, el «2012 fue el año en el que España estuvo amenazada, a punto de quebrar». Y no quebró gracias a muchos «que supieron apretar los dientes». Los que no menciona son de los que se quedaron atrás y lo perdieron todo. Incapaces de volver a integrarse porque no encuentran trabajo, porque fueron desahuciados, porque las deudas les llevaron a la quiebra.
De Guindos, a quién le gusta reivindicar que no es del PP y va de por libre, parece estar ya de salida. En su imagen en la portada del libro le falta un plano detalle del equipaje, tras consignar el relato a su mayor gloria de cómo evitó el rescate. El rescate completo, porque del bancario, ese «préstamo que no tendrá coste para la sociedad», ya hemos perdido 26.300 millones, según el Banco de España.
Él se ve como un superministro, contando los detalles de cómo consiguió rescatar a España del abismo de las tres crisis, como si fueran reinados –Guindos I y II–. Sin él hubiéramos descendido al infierno. «Se está convirtiendo en un Maragallo II. Tendría que haber esperado a no tener cartera para publicar que fue nuestro salvador», me comenta con sarcasmo un miembro de la dirección del Partido Popular.
Entre líneas, se acuerda de su mentor y del coste político sin filtros que hubiera asumido si fracasa al presidir la Comisión Delegada del Gobierno para Asuntos Económicos. Alabándole que pactará la modificación del artículo 135 de la Constitución con Zapatero y su forma de ser manteniendo la cabeza fría. «Rajoy es una persona pragmática que procura no dejarse influir por intereses particulares o grupos de presión». Aunque también recuerda que fue él quién designó a Rodrigo Rato como presidente de Caja Madrid en enero de 2010 tras una dura batalla interna del PP.
Más allá de algunas anécdotas, De Guindos se despacha lanzando puyas al que fue su jefe, cuando era el todopoderoso vicepresidente segundo y ministro de Economía de José Mª Aznar. Rato no se entera del estallido de la crisis de las hipotecas subprime cuando es director gerente del Fondo Monetario Internacional. «Le dije, «Rodrigo, esto no me gusta nada». Él no parecía tan preocupado».
No entiende su salida «decepcionante» un año y medio antes de cumplir su mandato en el FMI. «Las razones verdaderas creo que solo las sabe él, yo no voy a contribuir a la extensa rumorología. Pero sí parece que a partir de ahí su brillante trayectoria se tuerce».
Ni escucha los consejos de que no era una buena idea fusionar Caja Madrid con Bancaja, para luego salir a Bolsa. Ni supo que tenía que profesionalizar la gestión de Bankia. «Pero Rato no era un banquero al uso, seguía siendo un político y como tal se comportó en aquellos días finales al frente de Bankia. ¿Puede un político presidir un banco? La condición es que lo dirija como tal, y Rato no lo entendió así». Y todavía quiso dar marcha atrás una vez entregada su dimisión a Rajoy.
Para De Guindos «la transparencia es el mejor de los antídotos». Curioso cuando no acudirá al pleno convocado por Ana Pastor el próximo 27 de septiembre para explicar el caso Soria, al que le dedica unos agradecimientos especiales al final del libro. Sobre todo, porque su experiencia es que «jugar al escondite con la verdad, solo genera confusión e inquina».
Crónica de la presentación del libro:
http://www.abc.es/espana/abci-espana-amenazada-y-funciones-rajoy-201609151549_noticia.html
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