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Conde, el Ave Fénix

Conde, el Ave Fénix
Marisa Gallero el

Desde 1999 , maquilla allí, maquilla allá, como si nadie le mirase, Mario Conde se fue trayendo hasta 13 millones de euros que tenía escondidos en Suiza y Reino Unido, usando como tapadera una empresa de cosméticos y un entramado de sociedades.

Tampoco era para pagar la deuda de 9,9 millones de euros que tiene actualmente con Hacienda, al ser el número dos en la lista de morosos de Montoro, después de declararse insolvente.

Empezó a repatriar fondos transfiriendo poco a poco pequeños ingresos en metálico, con préstamos y ampliaciones de capital justo el año en que abandonó por primera vez Alcalá Meco en libertad condicional. Había saqueado de Banesto alrededor de 26 millones de euros, según las sentencias que le condenaron.

Los barrotes le darían la idea de cómo poner a salvo el patrimonio que nunca apareció y llevaban ocultos al menos 23 años.

El que fue considerado en los años noventa como modelo de banquero y empresario, del que muchos querían seguir su ejemplo -¡Así nos va!-, se inmoló como al Ave Fénix, cayendo desde lo más alto, por una ambición desmedida.

Fue el Día de los Inocentes, el 28 de diciembre de 1993, cuando el Banco de España intervino Banesto tras registrar un agujero patrimonial de 2.700 millones de euros.

«Todo era una excusa, una mortaja para cubrir el verdadero objetivo político: echar a Mario Conde de Banesto… Estamos frente a una operación estrictamente política», escribiría en su biografía sin ningún tipo de humildad. «Me convirtieron en preso del Estado», concluía tras relatar quién conspiró en la sombra para cargárselo.

Hasta esa fecha, Conde se codeaba de tú a tú con las grandes fortunas, los líderes políticos del momento y, sobre todo, con el Rey Juan Carlos I. Tenía un interés desmedido por comprar medios de comunicación –un 24,9% de Antena 3TV, parte de El Independiente, Tiempo, el 50% de Época y un 4% de El Mundo– y aspiraba llegar a la presidencia del Gobierno, aunque siempre negará tener intereses políticos.

Después de su última salida de prisión en julio del 2008, volvió a renacer de sus propias cenizas. Relató sus «días de gloria» y sus memorias entre rejas, se presentó a la presidencia de la Xunta de Galicia y participaba en tertulias políticas como alguien reformador.

Desde «El gato al agua» comentó los «papeles de Pánama» lamentando la «demagogia» y el «cinismo» que existe cuando se trata «automáticamente como un delincuente común» a «un señor tiene una empresa ubicada en un paraíso fiscal». Parece que se estaba redimiendo.

Ahora con la Operación Fénix vuelve a arder, arrastrando al Infierno a su círculo más íntimo y familiar. El hombre que se vendió como una víctima de «los abusos del poder del Estado», reinventándose tras el desfalco de Banesto, nos vuelve a traer a la actualidad como un revival los desmanes y excesos de otra década. Recordándonos a Luis Roldán, a Mariano Rubio, a Juan Guerra… Como si no tuviéramos bastante con la corrupción de cada día.

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