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Pérez-Reverte: «Yo voy al ajedrez como quien va a misa»

Pérez-Reverte: «Yo voy al ajedrez como quien va a misa»
Federico Marín Bellón el

La afición de Arturo Pérez-Reverte al ajedrez es uno de los secretos peor guardados de la historia de la literatura. El escritor es un asiduo a los torneos, dentro y fuera de España, y varias de sus novelas están dedicadas en alguna medida a este juego, afición que heredó de su padre. Por cortesía de David Kaufmann, máximo responsable de Chess Live, publico la entrevista que le hizo en el reciente torneo de León. Por aquellas tierras venció el chino Yi Wei, a quien Pérez-Reverte bautizó como «el témpano de Jiangsú», impresionado por su sangre fría.

 

En la entrevista, Arturo Pérez-Reverte cuenta que es hijo de «jugador empedernido» y recuerda largas tardes en casa, entre marinos, rodeado de ajedrez, humo de tabaco y pipas. «Después, la vida que llevé me hizo intuir que en el ajedrez había respuestas a ciertas cosas a las que yo me enfrentaba en la vida normal. Palabras como soledad, fracaso, victoria, horror, dolor, muerte, vida…, que después como reportero de guerra fui desarrollando».

Arturo Pérez-reverte realizó el «saque de honor» en el torneo de León de 2013

El autor de «El tango de la Guardia Vieja», una de sus novelas ajedrecísticas, habla también del aspecto casi místico o religioso del juego. «Mientras que hay gente que va a misa a buscar explicaciones o consuelo para la vida, yo todo eso lo encuentro todavía en el ajedrez. Yo voy al ajedrez como quien va a misa. Soy un mal jugador, soy mediocre, pero me produce fascinación, un estado espiritual muy intenso, me aviva la lucidez. Por eso he recurrido a él como materia narrativa en mis novelas y le debo muchas cosas».

Pérez-Reverte, de nuevo en León, con Marcelino Sión, director del torneo

¿Qué le ha aportado? «Para mí simboliza cosas que van mucho más allá del tablero y las piezas, cosas que tienen que ver con aspectos muy íntimos del ser humano y con explicaciones de la naturaleza incluso: ¿por qué el mundo es como es?, ¿por qué hay crueldad?, ¿por qué hay dolor?, ¿por qué hay felicidad? Cuando miro un tablero, a mí me ayuda a entender, me ayuda a consolarme. El ajedrez es muy útil para mí. Es una herramienta práctica a la que me asomo de vez en cuando cuando necesito consuelo, lucidez, explicaciones o esperanza.

Arturo Pérez-Reverte termina con un consejo para los niños de entre siete y diez años: que se dediquen durante algún tiempo al ajedrez. «Después seguirán o no seguirán, jugarán mejor o peor, serán buenos o malos, pero el conocimiento, familiarizarse con las piezas y con el juego, saber perder con elegancia… Hay un montón de comportamientos y virtudes que un niño encuentra en el ajedrez».

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