Como en el escándalo Carlsen-Niemann, los profesionales del póker se dividen entre quienes sostienen que Robbi Jade Lew hizo trampas, que parecen mayoría, y los que creen que Garret Adelstein recibió su merecido. Incluso puede que alguno piense las dos cosas. Un bote de 269.000 dólares en una partida televisada desde el Hustler Casino, donde se juega con enormes cantidades de dinero, se ha convertido en la polémica del año.
Lo cierto es que la mano es llamativa. Acaba con un ‘hero call’ que da lustre al término: significa algo así como ver una apuesta con una mano débil, pensando que la del rival es aún peor, porque va de farol. Robbi es la heroína del año o una tramposa con acceso a información privilegiada.
La ciega grande era de 400 dólares, una cantidad suficiente para que se acumulen botes gigantescos. Robbi Jade Lew ganó el más llamativo de la velada cuando decidió ver con una J y un 4 el ‘all in’ de su rival, antes de que saliera el ‘river’, la última carta. Adelstein tenía proyecto de color y de escalera a dos puntas. Para resumir al no aficionado, el americano apostó todas sus fichas, que eran muchas, sin tener ninguna mano completada. No era ningún disparate: contaba con grandes posibilidades de ligar algo cuando saliera la última carta; de hecho, era ligeramente favorito. Además, su semifarol tenía la misión de disuadir a Lew de ver la apuesta si no había completado ninguna mano decente hasta ese momento, como era el caso.
En la mesa, por cierto, había sentadas otras estrellas del póker, entre las que destaca Phil Ivey, una leyenda que también ha tenido algún conflicto relacionado con las trampas. La mano completa se puede ver aquí. Los primeros sorprendidos son los comentaristas, que sí ven todas las cartas, cuando ella decide afrontar la apuesta:
THIS JUST HAPPENED…@RobbiJadeLew vs @GmanPoker in one of the strangest poker hands you've ever seen
Tune in now for SUPER HIGH STAKES $100/200/400: https://t.co/VcpZNMUTi4 pic.twitter.com/iGppl6l9aa
— Hustler Casino Live (@HCLPokerShow) September 30, 2022
Muchos expertos consideran que Robbi no pudo ver nunca esa apuesta sin tener acceso de algún tipo a las cartas de Adelstein. Se habla ya de algún dispositivo vibrador dentro de su cuerpo, como en el caso de Niemann, y de que pudiera tener como cómplice a algún miembro de la realización.
David Luzago me contaba que en las partidas que él retransmite, además de aplicarse un retardo en la señal para evitar ayuda externa, ni siquiera los realizadores pueden ver las cartas, ya que esa señal llega codificada con una clave. Y las cartas no se conocen gracias a una minicámara, como ocurría antes, sino que los naipes emiten una señal codificada que lee un aparato capaz de leerlas. Otra posibilidad, un poco de ciencia ficción, es que un tramposo pueda ser capaz de llevar un aparato capaz de leer también las cartas de todos los jugadores. El siguiente paso sería saber también qué cartas van a salir, con lo que un jugador se convertiría en invencible.
Defensores de la inocencia
Tampoco faltan teorías para explicar el extraño comportamiento de Robbi. Por un lado, la chica podía estar harta de la agresividad de su rival y pensar que tenía un ‘cazador de faroles’, es decir, una mano débil pero suficiente para ganar a un farolero que no lleve nada. En este sentido, se dice que justo antes de la mano de la discordia tuvo otra con una J y un 3, de modo que pudo confundirse y pensar que tenía pareja de treses. En la mesa había dos dieces, un 9 de tréboles y un 3 de corazones. Lo de mezclar las manos en la cabeza no es tan descabellado, al menos entre jugadores no demasiado expertos.
También se ha señalado que si ella hubiera conocido las cartas de Adelstein, no era el mejor momento para apostar. Lo más lógico habría sido esperar a otras situaciones más seguras. En ese momento, ella tenía el 47% de posibilidades de ganar el bote, frente al 53% de perderlo. La suerte quiso luego que ganara, pese a todo, incluso dos veces, ya que ambos jugadores aceptaron dividir las posibilidades con dos últimas cartas (river) paralelas, una práctica frecuente en algunas partidas, para intentar minimizar los caprichos del azar. En este caso fueron grandes.
Daniel Negreanu, por ejemplo, no cree que Robbi hiciera trampas: «Después de ver el vídeo, creo que simplemente estaba metida en una jugada, se puso nerviosa y vio la apuesta». El canadiense cree que se hartó de soportar al ‘matón’ de la mesa. «Creo que simplemente jugó alguna mano extraña y tuvo una suerte loca», añade el jugador británico Patrick Leonard. «No tiene sentido hacer trampa de esta manera».
Robbi, por cierto, decidió devolver el dinero de la mano a Garret, lo que sigue alimentando ambas teorías con facilidad. Unos piensan que le pudo la culpa y otros creen que un tramposo nunca daría ese paso y que ella simplemente no quiere líos ni le importa demasiado el dinero.
[Negreanu: Cómo piensa un jugador de póker]
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