Rafael Andarias, gran impulsor de esta iniciativa, nos contaba el año pasado la historia del ajedrez viviente en Jávea, que desde el año 2002 es Fiesta de Interés Turístico Nacional. El Covid la dejó herida, pero no pudo acabar con esta bonita tradición, que se celebra desde 1996. El sábado se celebró una más, dedicada al médico, ajedrecista e historiador de ajedrez alcoyano Ricardo Calvo, fallecido hace veinte años.
El homenaje es merecido, dado que Calvo promovió en los años 80 la recuperación del poema del siglo XV ‘Escacs d’Amor’ (Ajedrez de Amor), una obra colectiva de Francesc de Castellví, Narcís Vinyoles y Mossen Fenollar, escrita en Valencia alrededor de 1475. El poema tiene gran importancia histórica para el ajedrez: es el primer documento en el que aparece citada la dama o reina, una pieza cuya introducción hizo mucho más atractivo el juego de las 64 casillas. Fue el último cambio importante de las reglas, con lo que se puede considerar que en aquellos versos se certificaba el nacimiento del ajedrez moderno.
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Calvo publicó en 1999 un libro en el que recogía el poema, acompañado de un análisis histórico y literario, con prólogo del también historiador de ajedrez José Antonio Garzón.
El poema ‘Ajedrez de amor’ ya inspiró el ajedrez viviente del año 2004, pero este año se ha recuperado la idea, con un nuevo libreto a cargo de la actriz y directora teatral Raquel Violero, Joan Bou y Laura Bou, que le dan un toque más contemporáneo. El puerto de Jávez acogió el sábado la representación del ajedrez viviente, organizado por la Comisión de Fiestas de Loreto con la colaboración del Ayuntamiento.
Participaron más de ochenta personas: los treinta y dos figurantes (escolares) que correspondían al número de piezas del ajedrez, las dos alferzas (figuras anteriores a la dama), dos jugadores y el árbitro, dos narradoras en el papel de dos hermanas —una veinteañera y otra adolescente—, que explicaron en castellano el desarrollo de la obra, una regidora, diez ayudantes de escena y más de treinta componentes de la Orquesta Sinfónica de Jávea, dirigida por el polifacético Joan Bou.
La obra fue avanzando acompañada de piezas musicales de la orquesta sinfónica en la que ‘Capriol Suite’, de Peter Warlock, fue el hilo conductor de toda la obra, intercalada con composiciones clásicas (Haendel, Offenbach…) y modernas, con autores como Hans Zimmer y Roque Baños. El violista Pablo Nieto López interpretó además en medio del tablero ‘Oblivion’, de Piazzolla.
La partida concluyó con el jaque mate del bando de las blancas al de las negras, pero Marte, al ver a su rey proclamando exageradamente la victoria, se dio cuenta de que el amor no es una lucha, sino algo que hay que compartir y ambos se fundieron en un gran abrazo.
La dirección corrió a cargo del doctor Rafael Andarias y de Vicente Gavilà.
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