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Blogs Jugar con Cabeza por Federico Marín Bellón

Cómo nació el Ajedrez Viviente de Jávea

Rafael Andarias cuenta para los lectores de ABC los orígenes de una tradición que nació en 1996

Cómo nació el Ajedrez Viviente de Jávea
Ajedrez Viviente de Jávea, en este caso dedicada a la historia espacial, con Pedro Duque como invitado
Federico Marín Bellón el

Rafael Andarias, médico, escritor y alma máter del Ajedrez Viviente de Jávea, que este año ha conmemorado su 25 aniversario, escribe para ABC un artículo en el que recuerda los orígenes de esta bonita tradición que se celebra en el municipio alicantino. El 31 de julio tuvo lugar un concierto en lugar de la habitual representación, que esperamos que se recupere en cuanto la pandemia nos dé una tregua. Todo lo que sigue es obra del autor de la novela ‘Reina Victoria Hotel’, de la que hablamos por aquí hace poco menos de un año. 

En 1995 la Comisión de Fiestas del Puerto de Jávea se dirigió a mí, como presidente del Club de Ajedrez, para solicitar nuestra colaboración con motivo de la conmemoración del I Centenario de las Fiestas Patronales del barrio marinero que iba a tener lugar el año siguiente. En principio, resolví organizar un torneo, de mayor nivel que el que solíamos celebrar anualmente, o una sesión de simultáneas invitando a un jugador de relieve.

Antes de continuar, debo aclarar que soy alicantino y que en 1985 el destino me llevó a Jávea para ejercer como médico. Poco tiempo después, conocí a quien sería mi esposa y decidí quedarme a vivir en esta bella población del norte de la provincia. Pronto me integré en su vida social, combinado mi profesión de galeno con el cultivo de mis dos aficiones favoritas (como llevaba haciendo en mi ciudad natal): el ajedrez (haciéndome socio del club local y participando en todo tipo de torneos) y la escritura (colaborando con medios locales y comarcales).

Edición de 2005 del Ajedrez Viviente de Jávea

Y volviendo a la conmemoración, recuerdo que cuando me encontraba preparando la realización de un torneo —que era por lo que me había decantado—, un día, de improviso, me surgió del almacén de los recuerdos la posibilidad de organizar un ajedrez viviente. Hacía años que había presenciado dos representaciones, cuyas piezas fueron, en ambos casos, adultos: una en el Castillo de Santa Bárbara, situado en la cumbre del monte Benacantil que preside Alicante; y otra en la Plaza de España de Alcoy, donde se instala el castillo y se recrea en su día grande la batalla de los Moros y Cristianos. Esta última fue organizada por mi colega de profesión y aficiones el MI alcoyano Ricardo Calvo, con quien había departido en más de una ocasión (posteriormente coincidimos en la FEDA, él como presidente del área de historia y yo de antidopaje). Calvo invitó a Kasparov para resaltar el acto y el resultado fue un completo éxito.

Ya lo tenía claro: sería un ajedrez viviente.

El ajedrez viviente inicia su camino

Me puse manos a la obra y enseguida reuní a un grupo de amigos, vinculados a la comisión y al club, para planificar el evento: Chema Campos, Bartolomé Miralles y Dani Cavero.

Miguel Illescas, colaborador de lujo en la primera edición

Empecé a cavilar sobre cómo realizarlo y, en primer lugar, descarté la opción de jugar una partida en vivo, ya que se corría el riesgo de que resultase una larga y aburrida. De hecho, la mayoría de las representaciones conocidas habían reproducido una partida clásica de la historia del ajedrez. Y, en segundo lugar, me preocupaba que en todos los casos —salvo el de Marostica en Italia y de características bien diferentes— se habían representado en una sola ocasión.  El motivo era evidente, pensé: «la primera vez es una novedad para los espectadores, patrocinadores y medios de comunicación (un tablero gigante, música de fondo, la vistosidad, etcétera), pero después pierde el interés, ya que únicamente los aficionados comprenden la partida». Es decir, resulta indiferente que se trate de una partida de gran belleza combinativa o un clásico de Morphy o Capablanca, pues solo los ajedrecistas pueden disfrutarla. Con vistas a solventar estos inconvenientes, y que el mayor número de espectadores entendiera la representación, determiné para esa primera edición de 1996 lo siguiente:

1º. Crear una historia relacionada con la lucha de dos ejércitos, remarcando las capturas, sacrificios, rendición del rey, jaque mate, etc. Además, el argumento debía enlazarse con el desarrollo de una partida de ajedrez. En mis elucubraciones, concluí que la tradicional división de la partida (apertura, medio juego y final) sería similar a la de los tres actos del teatro clásico (exposición, nudo y desenlace). La elección de la partida —que abordaré de nuevo en el cuarto punto— estaría en función de esta premisa.

Croquis de la edición de 2009, dedicada a ‘Romeo y Julieta’

2º. Consolidar el papel de narrador, presente en los ajedreces vivientes que había asistido, acompañando a los jugadores que leen la partida. Estimé que era un elemento muy importante para facilitar aún más la comprensión de la obra por los espectadores. Para la escritura de los textos del narrador me inspiré en los peculiares comentarios de Félix del Hoyo, que por entonces colaboraba con ‘Jaque’. Eran del tipo: «sonó el clarín de ataque», «la primera escaramuza», etc.

3º. Elegir una música apropiada. La simple ‘música de fondo’ se convertiría en una serie de fragmentos musicales que se alternarían a lo largo de la partida en función del ‘carácter’ de las jugadas: ‘de ataque’, ‘desesperadas’, ‘artísticas’, ‘de sacrificio’, etc., al igual que sucede en el cine o en la ópera. Así pues, la selección musical se efectuó con este criterio, tratando que los temas evocasen los ‘caracteres de las jugadas’ y estuvieran maridadas con el desarrollo del argumento.

Partida de David Bronstein que se representó en la primera edición, con una disposición de peones que cautivó a Rafael Andarias

4º. Buscar una partida con una ‘estética visual’, es decir, que la sola contemplación de la disposición de las piezas y sus movimientos expresara claramente lo que estaba sucediendo durante la misma, y que incluso un lego en ajedrez pudiera comprender de forma intuitiva lo que acontece en el tablero. (Algo así como el caso de un profano en el fútbol que, cuando ve un partido por televisión y observa que un equipo siempre se encuentra en el campo del rival y que continuamente está chutando a  portería, puede captar la estrategia del juego). Para ese primer año, elegí la partida Bronstein-Rojahn (Olimpíada de Moscú, 1956) que había visto en un libro de Román Torán —una delicia para un ajedrecista—,  monográfico sobre Bronstein, en el que recordaba el diagrama de una partida en que todos los peones de las blancas tenían una disposición en cuña sobre las negras,  que fue el preámbulo de un fuerte ataque sobre el rey adversario. (Años después me encontré con Torán en el Torneo del Bali en Benidorm y le conté la historia y le sugerí que debía reeditarse el libro).

De esta manera, el desarrollo de la partida, con sus diferentes escenas, se resaltarían verbalmente, musicalmente y visualmente,

También, resolví, al margen de la partida en sí, los puntos siguientes:

El primer guion era de una sola página. Con el tiempo, iría creciendo y haciéndose cada vez más complejo

1º. Los figurantes serían escolares. Evidentemente, esto proporcionaría una dimensión diferente a la iniciativa, tanto cara a los espectadores, como con vistas a interesar a los medios de comunicación.

2º. Contar con la presencia de un invitado de honor que fuera una personalidad de prestigio con el fin de que el evento alcanzara una mayor repercusión mediática. Pensé invitar a un ajedrecista de renombre, cuya labor sería leer los movimientos de un bando junto con un jugador local que hiciera lo propio en el otro bando (años más tarde decidimos que este jugador sería un escolar destacado del club). Contacté con Miguel Illescas, que se encontraba en la cresta de la ola (venía de entablar con Kasparov en el Torneo de Dos Hermanas), y aceptó amablemente (además impartió una conferencia a miembros del club). Como local, consideré la opción de que fuese Matías Prats (tiene su segunda residencia en nuestra villa), pero no pudo ser porque llegaba justo tras cubrir para televisión los Juegos de Atlanta y no quisimos importunarlo, porque, a buen seguro, que preferiría descansar. (Fue el invitado unos años después). Encontrándome en esta tesitura, una tarde, paseando con mi buen amigo el MI Francisco Sánchez Guirado por el recinto, donde los operarios se afanaban en el montaje, me lamentaba de que no tuviéramos jugador local y le transmitía mi inquietud porque no se me ocurría nadie. De pronto, me quedé mirándolo fijamente y le anuncié: «Ya sé quién va a jugar con Illescas». Él puso un gesto de sorpresa y unos instantes después me dijo algo así como: «¡Si no hay otro remedio!».

Una de las páginas del guion de 1997

3º. Editar un ‘Programa de mano’, redactado en castellano, valenciano e inglés para entregarlo a los espectadores antes del comienzo de la actuación, que recogiera una breve exposición sobre el origen de la iniciativa, el desarrollo de la partida y un resumen de las reglas básicas del ajedrez con diagramas explicativos. De esta forma, los asistentes que no supieran jugar al ajedrez entenderían mejor la representación.

4º. Celebrar la representación al aire libre, aprovechando los bellos escenarios naturales de Jávea. Convenimos celebrarlo en la escollera del puerto, junto al Cabo de San Antonio y con la bahía como fondo. Además, este emplazamiento tiene la ventaja de que dispone de un paseo elevado que puede albergar a centenares de personas. (Posteriormente, por diversas razones, hemos ido cambiando la ubicación).   

5º. Se diseñó una estrategia para informar a los medios de comunicación, que incluía una labor pedagógica: explicar en qué consiste un ajedrez viviente, realzar la presencia de Miguel Illescas, etc.

Las primeras ediciones

La trama del primer año se relacionó con el desarrollo de una partida de ajedrez, siendo el guion de ¡una sola página! Y fue tal el éxito de público y medios de comunicación que nos vimos impulsados a preparar la segunda edición. (Yo, en mi fuero interno, como se ha podido entrever en el apartado anterior, deseaba su continuidad).

A partir de entonces, se innovó en cuanto a la escenografía, de tal manera que los peones y las piezas representaban los distintos lances del juego e incluso en alguna jugada salían de sus casillas y realizaban cortos desplazamientos por el tablero. Esta novedad —que propuso Bartolomé Miralles— empezó a aproximar el ajedrez viviente al teatro. Y en cuanto al argumento, se creó un tema relacionado con el clásico símil del ajedrez con una batalla de época medieval.

Así lo hicimos durante las dos ediciones siguientes. Pero fue a partir de la cuarta, cuando se dio el cambio que supuso una innovación en la forma de abordar esta centenaria modalidad de ajedrez y que, en consecuencia, proporcionó a nuestro ajedrez viviente su prestigio.

Uno de los calurosos ensayos de la edición de 1999, en la que se puede distinguir a Rafael Andarias (de blanco) y Pedro Duque (de azul)

En 1999, me di cuenta de que el planteamiento que seguíamos se estaba agotando. Por un lado, habíamos ‘estirado’ ya demasiado la escenografía (¡incluso un año los alfiles iban con patines y el rey llegó a sentarse en una silla en vista de lo bien que iba la partida!). Y por otro, los temas argumentales inspirados en el desarrollo de una batalla se hacían ya reiterativos, los habíamos exprimido demasiado. Así que decidí cambiar el enfoque. Escribir una historia y, posteriormente, buscar una partida que encajara con la misma.

Quiero, en este momento, confesar algo poco conocido en cuanto a mi modo de acometer la escritura de los libretos, no solo en esos primeros años, sino también en la actualidad. Justo cuando echaba a andar el ajedrez viviente, conocí a Julio Alejandro Castro (guionista de varias obras maestras de Luis Buñuel como ‘Viridiana’ o ‘Tristana’, por mencionar un par de películas) cuando vino a retirarse a Jávea y acudió casualmente a mi consulta privada para que fuera su médico de cabecera. Julio Alejandro fue quien prendió en mí la chispa por el guion cinematográfico. (Desde ese momento, asistí a numerosos talleres y cursos de guiones: recuerdo uno con Víctor Erice y otro con la gurú hollywoodiense Linda Seger).

¿Por qué revelo esto?, se preguntará el lector. En aquellos años, desconocía absolutamente todo lo relativo al ámbito del teatro, pero, en cambio, sí tenía o empezaba a tener nociones de la escritura del guion y, en consecuencia, del mundo del cine. Así que cuando emprendía la redacción del libreto procuraba que fuera ‘una historia contada en imágenes’, es decir, que fuera muy visual; y, además, concisa y precisa, tal como mandan los cánones del guion, que son bien diferentes del teatro (y de la narrativa). Incluso adopté su formato —con la platilla correspondiente— y el tipo de fuente, es decir, la clásica de la escritura del guion: la Courier New (muchos se extrañaban de mi elección, en vez escoger alguna de las habituales como Times New Roman, Ariel o Calibri).

Prosigue nuestra andadura

El GM Liviu-Dieter Nisipeanu y el ciclista Marino Lejarreta, en la representación celebrada en Vitoria en 2007

A partir de ese 1999 y hasta la fecha hemos representado obras de diversa temática, tanto originales, como adaptaciones de clásicos de la literatura (‘Don Quijote’, ‘Romeo y Julieta’ y ‘Alicia en el País de la Maravillas’) y de historias actuales (Astérix y Harry Potter). Pero debo subrayar que las obras no han sido escritas solo por mí, sino que el mérito también corresponde a otros colaboradores que se han ido implicando gradualmente en el Ajedrez Viviente. Asimismo, he de señalar que, año a año, se han ido integrando más personas, que se unieron a las cuatro del principio, para apoyar en las numerosas áreas que se precisan para que un proyecto tan complejo se lleve a cabo. Algunos de sus nombres son Dionís Henarejos, Rosa Miralles, Alain Vandeweghe, José Erades, Rosa Miralles, Pepe Mata e Isabel Henarejos, sin olvidar a las decenas de miembros de la comisión y del club que, por razones de espacio, me es imposible mencionar a todos.

Vishy Anand y su esposa, Aruna, como espectadores de lujo en una representación especial en Linares, en 2008

En 2002, recibimos el título de Fiesta de Interés Turístico Nacional, un galardón que reconoció nuestro esfuerzo y nos dio ánimos para seguir adelante. De hecho, nos invitaron a actuar fuera de Jávea: Linares (Anand asistió a la representación) y Vitoria, en el marco de sus torneos internacionales respectivos; y Thiviers, pequeña localidad de la Dordoña, con motivo del hermanamiento de las dos poblaciones. Y, por supuesto, debo mencionar un hito muy relevante y es que, para realizar la adaptación de la primera obra de la saga de Harry Potter, conseguimos que la autora y la productora nos concedieran la autorización expresa para representar la obra (de hecho fue la primera vez que se adaptó al teatro).

En relación a la figura del Invitado de Honor he de explicar que los primeros años nos decantamos por ajedrecistas reconocidos, pero luego ampliamos el horizonte y optamos por personalidades destacadas de todos los ámbitos. Así, hemos tenido el privilegio de contar con la presencia de celebridades del mundo del deporte, la ciencia y la cultura, incluyendo tres premios Príncipe de Asturias. En todos los casos, aceptaron muy gustosamente nuestra invitación (lograr esto no es fácil; las figuras de este nivel reciben numerosas invitaciones y por norma rechazan la mayoría). Todos colaboraron y bordaron su papel, mostrando siempre muy buen humor. Como deferencia, siempre que nos ha sido posible, hemos tratado de escribir una historia que guardase relación con su profesión.

Juan Luis Arsuaga, protagonista de la edición de 2002, dedicada a la vida neandertal

Sin duda, nuestros ilustres invitados disfrutaron de su estancia con nosotros y creemos que siempre guardarán en su memoria su participación en Ajedrez Viviente.

Un Ajedrez Viviente con futuro

El pasado 31 de julio conmemoramos el 25 aniversario con un concierto a cargo de la Orquesta Sinfónica de Jávea, en vez de una actuación teatral debido a las restricciones por la situación pandémica. La orquesta, bajo la batuta de Joan Bou, interpretó una selección de temas musicales que a lo largo de estos años han acompañado las representaciones. (Desde hace varias ediciones la música es en directo).

Escena de las escobas de ‘Harry Potter y la piedra filosofal’, en 2006

En el preámbulo, el presidente de la comisión, Vicent Gavilà, y el director del Ajedrez Viviente señalaron que los objetivos de esta original iniciativa cultural y lúdica es fomentar la cultura entre el público y, además, infundir a los pequeños actores y actrices que intervienen cada año valores como la urbanidad, el civismo y el compañerismo; inculcarles la afición por  el ajedrez y el amor por la ciencia, la literatura, la música y todo tipo de manifestaciones culturales; y tratar de que tomen conciencia por los problemas sociales y de solidaridad de nuestros días. Asimismo, incidieron en el hecho de que este proyecto, que se inició en 1996, sigue calando en la juventud javiense que se ha traducido en nuevas incorporaciones que aseguran su continuidad.

Por último, solo me resta decir que quiero tener un sentido recuerdo por tres personas que he mencionado y que nos dejaron hace años: Ricardo Calvo, Félix del Hoyo y Román Torán.

Como complemento del texto, he preparado una selección de ilustraciones y fotografías, que espero que guste a los seguidores de Jugar con Cabeza. Los autores de las fotos son Tomás Vallés, Juan Catalá, Pepe Giuliano, Lina Sapena, Tere Sivera y el medio Xàbia al día. (Evidentemente, por motivos de espacio no me es posible citar a todas las personas que aparecen en las mismas, por lo que les pido mis disculpas).

Quiero agradecer a Federico Marín Bellón la oportunidad que me ha brindado para intervenir en su magnífico blog con motivo de nuestro 25 aniversario.

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