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La declaración de amor de Pérez-Reverte al ajedrez

Federico Marín Bellón el

Hoy me dan el trabajo hecho, y nada menos que Arturo Pérez-Reverte, cuya afición al ajedrez ya quedó demostrada en «La tabla de Flandes». Tras visitar el torneo Magistral de León, el escritor dedicó al noble juego su último artículo en «XLSemanal», revista que se distribuye los domingos con ABC y otros diarios de Vocento. Puedes leer aquí el artículo, «Sobre niños, vida y ajedrez».

Pérez-Reverte, entrevistado durante el Magistral de León. Foto: LeónNoticias.com

Pérez-Reverte, que se declara «mal jugador», cuenta que conoció a Shirov en una cena, pero dedica casi todo su artículo a lamentar que el ajedrez no se promocione más en los colegios. Culpa a los padres y a los propios jugadores de no inculcar como deben el juego de reyes entre los pequeños, pero sobre todo carga contra la clase política. Valga un párrafo como elocuente resumen:

«Su sensibilidad para este asunto equivale a la de un trozo de carne de cerdo poco hecha. El ministerio de Educación y los responsables del deporte español consideran el ajedrez -cuando se les obliga a pensar en él y no tienen más remedio- como la más fea del baile: algo desconocido e incómodo, difícil de encajar en planes educativos diseñados por psicopedagogilipollas seguros de que la igualdad y la excelencia se logran mejor si los niños juegan con muñecas y las niñas al fútbol que si se enfrentan, miden y conocen, al otro y a ellos mismos, sobre un tablero de ajedrez. Un ejemplo: aunque hace ya seis años el Senado aprobó por insólita unanimidad -tendrían prisa por irse de puente o cobrar dietas- instar al Gobierno a que facilitase la introducción del ajedrez en los colegios españoles, tanto el central como los autonómicos de entonces y de ahora se pasaron, y siguen haciéndolo, tan provechosa recomendación por el forro de sus respectivas legislaturas».

Una imagen de la película «La tabla de Flandes», con una jovencísima Kate Beckinsale

Su despedida es una hermosa declaración de amor: «El ajedrez me dio respuestas, consuelo, sosiego y media docena de certezas útiles con las que ahora envejezco, leo, navego y escribo novelas. Otros van a la iglesia, y yo voy al ajedrez. De puntillas, con humildad y respeto, a ver oficiar los misterios de la vida. Como quien asiste a misa». Amén.

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Federico Marín Bellón el

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