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Ucrania y Hunter Biden

Laboratorios biológicos y ordenadores portátiles

Ucrania y Hunter Biden
Hunter Biden
Jorge Cachinero el

Biden y su equipo desean alargar el máximo posible el conflicto militar que se está desarrollando en Ucrania entre Estados Unidos (EE. UU.), por medio de su apoderado local, y Rusia.

Sin embargo, para desgracia de Biden y de su equipo, cuanto más se prolonga este conflicto, más novedades están aflorando sobre un número de asuntos, derivados del principal -las operaciones militares en curso y, una vez que éstas concluyan, el futuro de la arquitectura de seguridad de Europa-, que llegan, de vuelta, a EE. UU., desde Ucrania, y que afectan a Biden, a su familia más directa y a algunos de sus colaboradores más cercanos.

Entre todos estos últimos, atención especial debe prestarse a Anthony Blinken, secretario de Estado, a Jake Sullivan, asesor de seguridad nacional, y a Victoria Nuland, subsecretaria de Estado para asuntos políticos, quienes, todos ellos, incluido Biden, cuando éste era vicepresidente, estuvieron directamente involucrados, en 2013 y en 2014, cuando se encontraban al frente de responsabilidades diferentes a las actuales, en el dosier Ucrania, por encargo directo del presidente Barack Obama, quien delegó en todos ellos la ejecución de cambio de régimenregime change, en inglés- en Ucrania.

Jake Sullivan (i), Anthony Blinken (d)

Aquel fue un proyecto mediante el cual EE. UU. instigó una nueva versión de las llamadas revoluciones de colores contra el gobierno legítimo -aunque discutible, como cualquier otro, por tantas razones- de Viktor Yanukovych hasta derrocarlo mediante un putsch.

Ese golpe fue seguido por tres referéndums.

El primero de ellos, en marzo de 2014, tuvo lugar entre la población de la península de Crimea, que votó, de forma masiva, en favor del retorno a la soberanía rusa, a la que había pertenecido, a lo largo de su historia -desde que Sebastopol fue conquistada a los turcos, en 1783, por la Emperatriz Catalina II de Rusia, llamada la Grande, y Crimea se incorporó al Imperio Ruso-, con la excepción breve de los años desde la disolución de la Unión Soviética, en agosto de 1991, hasta ese plebiscito popular de 2014.

Posteriormente, se celebraron otros dos referéndums en las regiones ruso-parlantes del Donbas -Donestk y Lugansk, en mayo de 2014-, tras los que ambas regiones, hasta ese momento ucranianas, declararon su independencia.

La más llamativa de todas las cuestiones que se están haciendo públicas, tras el comienzo de la operación militar en Ucrania, es la dada a conocer por el Ministerio de Defensa de la Federación Rusa, gracias a documentos a los que ha tenido acceso, sobre la existencia en el territorio de Ucrania, desde hace años, de un número de laboratorios biológicos, que formarían parte de un programa mundial, financiado por el departamento de Defensa estadounidense, en el que se estarían ejecutando proyectos científicos para la creación de enfermedades víricas, susceptibles de ser usadas como armas.

Joseph Biden (i), Vladimir Putin (d)

En los laboratorios biológicos específicamente situados en suelo ucraniano, se estaba trabajando, según los documentos que los rusos dicen tener en su poder, mediante ingeniería genética, en la concepción de patógenos especialmente diseñados para esparcirse y para tener más impacto entre los pueblos eslavos.

Según las declaraciones que el jefe de las fuerzas rusas de protección contra la radiación química, biológica y nuclear, el teniente general Igor Kirillov, realizó a los medios de comunicación, el 7 de marzo de 2022, el Ministerio de Defensa de Rusia tiene en su poder correspondencia entre Hunter Biden, el hijo de Joseph Biden, empleados de la agencia de reducción de amenazas de defensa del Pentágono –Defense Threat Reduction Agency (DTRA), en su nombre original- y contratistas del departamento de Defensa estadounidense, que probarían el papel de Hunter Biden en la financiación de dichos laboratorios biológicos en Ucrania.

Teniente General Igor Kirillov

En palabras del teniente general Igor Kirillov, “el contenido de los mensajes muestra que Hunter Biden fue fundamental para proporcionar oportunidades de financiación para el trabajo con patógenos en Ucrania, asegurando la financiación de Black & Veatch Special Projects y Metabiota, esta última, una empresa de biotecnología estadounidense“.

La Duma -дума, en ruso, o asamblea legislativa- nacional rusa ha abierto una investigación sobre esta red de laboratorios biológicos en Ucrania, controlados por EE. UU., e informará de las conclusiones de esta, a su conclusión, al presidente de la Federación Rusa, Vladimir Putin, y a las organizaciones internacionales de las que Rusia es miembro.

Irina Yarovaya, co-presidente de la Duma, declaró que “hablamos de actividades encubiertas, controladas por el Pentágono, con elementos que indican el desarrollo de armas biológicas, (que son) un peligro tanto para Ucrania como para Rusia” y citó, además, la implicación de Hunter Biden, a través de su fondo de inversión, Rosemont Seneca Partners, y de Victoria Nuland, a quien la Duma ha pedido, formalmente, explicaciones.

Hunter Biden fue objeto de una investigación federal por sus negocios en Ucrania, vinculados a la empresa energética Burisma Holdings, de cuyo consejo de administración formó parte, a partir de 2014, y cuyo presidente era, entonces, el oligarca ucraniano Mykola Zlochevsky.

Burisma Holdings y la conexión ucraniana

En ese mismo año, Metabiota, una empresa privada, especializada en el estudio de riesgos pandémicos, se desprendió de Global Viral y dos empleados de la empresa de Hunter Biden, Neil Callahan y John DeLoche, fueron nombrados miembros del consejo de administración de Metabiota.

A partir de ese momento, Global Viral y Metabiota comenzaron a obtener contratos del departamento de Defensa de EE. UU.

Poco después, Metabiota mostró un interés inusitado por Ucrania e invitó a Hunter Biden a reafirmar en público “la independencia cultural y económica de Ucrania con respecto a Rusia“.

A continuación, Metabiota y Burisma Holdings arrancaron su cooperación dentro del marco de un “proyecto científico en Ucrania“, sin nombre conocido, y Metabiota, Global Viral y Black & Veatch Special Projects, compañía contratista de la DTRA del Pentágono, iniciaron su colaboración en los programas del departamento de Defensa de EE. UU.

El 8 de marzo de 2022, un día después de las afirmaciones de Kirillov, fue la propia Victoria Nuland quien reconoció, abiertamente, en el Senado estadounidense, a preguntas del senador Marco Rubio, “la existencia de cooperación entre EE. UU. y Ucrania en materia de patógenos“.

Asimismo, los documentos aprehendidos por Rusia en Ucrania muestran la dimensión de la riqueza acumulada por Hunter Biden en sus negocios con China, ya que, gracias a ellos, según Kirillov, las evidencias prueban que Hunter Biden y su tío, James Biden, hermano de Joseph Biden, ingresaron 4,8 millones de dólares -1 millón de dólares en un primer pago y otros 3,8 millones por actividades de consultoría-, entre 2017 y 2018, gracias a un contrato con la empresa energética china CEFC China Energy.

Más de tres semanas después de conocerse toda esta información, el 30 de marzo de 2022, el periódico The Washington Post, en un artículo titulado “Inside Hunter Biden’s multimillion-dollar deals with a Chinese energy company” -“Dentro de los acuerdos multimillonarios de Hunter Biden con una compañía de energía china”, en español-, confirmó las afirmaciones de Kirillov.

The Washington Post, 30 de marzo de 2022

En concreto, The Washington Post relató, sobre la base de documentos gubernamentales estadounidenses, expedientes judiciales, datos bancarios y correos electrónicos contenidos en un ordenador portátil que pertenecía a Hunter Biden, que éste y un ejecutivo chino, Gongwen Dong, cerraron, el 2 de agosto de 2017, un acuerdo, rubricado por el propio Hunter Biden, tras el cual, el hijo de Biden, pocos días después, comenzó a recibir millones de dólares en una cuenta corriente, que había sido abierta en el Cathay Bank para este propósito.

Según The Washington Post, los documentos muestran “las interacciones entre la familia Biden y los líderes chinos” y detallan “cómo la familia (Biden) se benefició de las relaciones que Joe Biden construyó durante décadas de servicio público“.

Al final, todos los caminos conducen al ordenador portátil de Hunter Biden.

El 14 de octubre de 2020, New York Post -el periódico más antiguo de EE. UU., creado, en 1801, por uno de los Padres Fundadores de la nación estadounidense, Alexander Hamilton, primer secretario del Tesoro, con el presidente George Washington- informó sobre el ordenador portátil de Hunter Biden y sobre los documentos, potencialmente incriminatorios, que contenía su disco duro.

New York Post, 14 de octubre de 2020

Inmediatamente, The New York Times, la CNN y el resto de los medios de comunicación voceros del partido demócrata y de la izquierda estadounidenses –Mainstream Media (MSM), en inglés, o medios de comunicación convencionales- atacaron en tromba al New York Post y Twitter y Facebook, hoy Meta, censuraron la historia en sus plataformas con la excusa de que la historia del New York Post era parte de una campaña de intoxicación de los servicios de Inteligencia rusos, para los que el presidente Donald J. Trump, según esos medios, estaría trabajando.

Dos años después de aquellos desmentidos apresurados, Joseph Biden afirmó, el 16 de marzo de 2022, en un acto público, desde el podio que luce el sello presidencial, sin venir a cuento, que “todo el mundo conoce a alguien” sujeto a chantaje y, horas después, The New York Times, el 17 de marzo de 2022, en un artículo titulado “Hunter Biden Paid Tax Bill, but Broad Federal Investigation Continues” -“Hunter Biden pagó los impuestos, pero continúa la amplia investigación federal”, en español-, se retractó, de forma muy llamativa, de todas sus afirmaciones anteriores sobre que la existencia del portátil de Hunter Biden -repleto de memorandos y correos electrónicos incriminatorios sobre las operaciones de soborno de la familia Biden a nivel mundial- era una estratagema rusa para perjudicar al candidato Biden en las elecciones presidenciales de 2020.

The New York Times, 17 de marzo de 2022, Hunter Biden

Al final de ese artículo, casi a escondidas, el periodista de The New York Times reconocía que las pruebas contra Hunter Biden “parecen provenir de un ordenador portátil abandonado por el Sr. (Hunter) Biden en un taller de reparación de Delaware“.

¿Dónde están ahora los 50 antiguos y actuales oficiales de Inteligencia de EE. UU. que firmaron, en 2020, con sus nombres y apellidos, una carta endosando las opiniones primigenias de The New York Times?

La realidad es que el ordenador portátil de Hunter Biden parece contener las evidencias de que su fondo invirtió en los laboratorios biológicos creados por el departamento de Defensa estadounidense en Ucrania y que fueron operados a través de una empresa, Metabiota, asociada con los negocios del hijo de Biden.

Joseph Biden suele reiterar lo mucho que quiere y que admira a Hunter, de quien le gusta decir que es “el hombre más inteligente que conozco”.

Se rumorea en Washington, D.C. que el departamento de Justicia estadounidense, que dirige Merrick Garland, está llevando a cabo una investigación sobre los problemas fiscales de Hunter Biden, que no deben ser sencillos, teniendo en cuenta que, entre otros muchos clientes, ha ingresado, también, más de mil millones de dólares, transferidos a su fondo de inversiones, desde empresas relacionadas con el Partido Comunista de China.

El disco duro del infiernohard drive from hell, como se le denomina en EE. UU.- del ordenador de Hunter Biden contiene, al parecer, según los medios estadounidenses, pruebas de otros delitos, que abarcarían la traición, el soborno, el fraude electrónico, el tráfico sexual de niños o el uso del Air Force Two -el avión oficial asignado al vicepresidente de EE. UU. para el desempeño de sus funciones- en la comisión de muchos de estos crímenes.

La historia del portátil de Hunter plantea serias dudas sobre la familia Biden y el papel que Joseph Biden desempeñó, como vicepresidente de EE. UU., especialmente, en 2013 y 2014, cuando estuvo al frente del equipo del gobierno estadounidense que gestionó la crisis de Ucrania, mientras su hijo Hunter tenía un trabajo muy bien pagado en la empresa minera y de energía ucraniana Burisma Holdings, a pesar de tener pocas calificaciones para ese desempeño, más allá de su apellido.

Los correos electrónicos de Hunter, como informó The New York Times, sugieren que éste utilizaba o esperaba utilizar las visitas de su padre, es decir, del vicepresidente de EE. UU., a Ucrania como palanca para facilitar sus negocios.

Se trata de una historia, hoy más relevante aún, al estar relacionada con la que es, ahora, la mayor crisis de política exterior del mundo.

Joseph Biden y su equipo abrieron la caja de Pandora por no haber forzado al presidente de Ucrania, Volodymir Zelensky, a que aceptara que su país no se incorporaría a la OTAN o, si se hubiera resistido a ello, a zanjar el asunto con una declaración pública del propio Joseph Biden en ese sentido, lo que, probablemente, hubiera bastado para haber evitado la operación militar de Rusia en Ucrania.

Sin embargo, desde 2014, Ucrania se ha convertido en un cliente muy especial de los EE. UU., en un país con los gobiernos más corruptos de Europa, ideales para el lavado de dinero, en una base de avanzadilla para la OTAN hacia Rusia y, por lo que parece, en un territorio lo suficientemente alejado de EE. UU. como para establecer laboratorios biológicos, en suelo europeo, susceptibles de convertirse en armamento.

Un día antes de la publicación del artículo de The Washington Post, el 29 de marzo de 2022, el presidente estadounidense Donald Trump, durante una entrevista realizada por el programa de televisión “Just the News”, pidió al presidente Vladimir Putin que hiciera pública cualquier información que conociera sobre los negocios de Hunter Biden.

 

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