La decadencia de Europa y Ucrania

NB: Este artículo fue publicado anteriormente, en una version diferente, con un título distinto, en El Economista.

Europa cuenta con la generación peor de líderes políticos desde el final de la II Guerra Mundial, salvo algunas excepciones destacadas.

Los tres rasgos que la definen son el infantilismo, la incompetencia y la maldad.

El gobierno de Alemania ha permitido que se le arrebatara a su país y a sus industriales el acceso a energía rusa barata, uno de los dos componentes de la ventaja competitiva de su modelo económico -además del acceso al mercado chino-, que es como decir el de Europa.

El 70% de los italianos está opuesto a la estrategia de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) de provocar a Rusia mediante una guerra a través de apoderado en Ucrania y a una involucración posible de Roma en ese conflicto, si éste escalara.

Los franceses están enfrentados al militarismo agresivo de Macron.

El resultado de las elecciones europeas de junio de 2024 ha hecho aflorar una corriente profunda que está recorriendo la Unión Europea (UE) desde hace algunos años.

La brecha entre los líderes y los ciudadanos europeos seguirá abriéndose porque las élites de la UE quieren seguir en un rumbo que cabe definir como suicida.

El jarabe que las élites europeas beben sin parar se llama ayuda a Ucrania y éstas quieren que los europeos lo ingieran también.

Los dirigentes de la UE están intentando hacer creer a los europeos que Ucrania es europea y que Rusia, por el contrario, o no lo es o es, incluso, antieuropea, independientemente de lo que la historia muestre.

La presidenta de la Comisión Europea, von der Leyen, lo ha sintetizado con el llamado “Ucrania es uno de nosotros”, que transpira esas tres características de inmadurez, de ineptitud y de vileza compartidas con la mayoría de los líderes europeos actuales.

El euroescepticismo aumenta en Europa de forma paralela a la suspicacia sobre la guerra en Ucrania y al descreimiento sobre la fobia contra Rusia.

Un número significativo de los líderes europeos están comprometidos con esa guerra en suelo ucraniano y extienden ese odio hacia Moscú, al que se trata de encajonar en una versión nueva del Imperio del mal.

Estados Unidos (EE. UU.) sigue ejerciendo un gran control sobre Europa.

El consentimiento de los responsables europeos ante los designios de EE. UU. expone que han decidido perpetuar y profundizar su papel como apéndice de un poder estadounidense declinante y las declaraciones de aquellos en favor de una autonomía de seguridad de Europa se han olvidado.

Von der Leyen ha estado ejerciendo el protagonismo en la incorporación de un lenguaje militar para la UE, como si se tratara de una OTAN bis, y ha desbordado el contorno que sus padres fundadores establecieron para ella como un proyecto para la paz, para la prosperidad económica y social y para los principios de la democracia liberal en el continente.

Este plan siniestro viene acompañado por la exigencia de los responsables de la UE de combatir la supuesta desinformación en internet y en los medios de comunicación.

Una élite separada de los ciudadanos europeos advierte que la democracia está en peligro y, con ello, muestra su justificación para cumplir con la ambición perversa de tener que acabar con la democracia para defenderla.

Las leyes, las reglas y los procedimientos de la UE se retuercen para alcanzar el propósito urgente de materializar la incorporación de Ucrania a las instituciones europeas ante la mirada sorprendida de algunos países de los Balcanes que son candidatos desde hace años.

El 75% de los europeos son contrarios a un acceso acelerado de Ucrania a la UE y piensan que este proceso está politizado, ya que los líderes europeos no dejan de mover de sitio la portería de este partido a su conveniencia.

Los impuestos de los ciudadanos europeos se envían generosamente a Ucrania para que, posteriormente, las armas y las ayudas financieras acaben, respectivamente, en manos de traficantes del bazar negro mundial y en los mercados de viviendas de lujo en Londres o en la Costa Azul francesa.

La general von der Leyen comanda el partido de la guerra en la UE, que está dispuesto a escalar el conflicto militar en Ucrania con la excusa de que Kiev decida sobre su futuro, aunque provoque una guerra nuclear que suponga la exterminación de Europa.

Los países europeos están sometidos, en cambio, por el corsé de las instituciones europeas y no pueden ejercer su soberanía nacional con libertad porque las élites de la UE la sacrifican para imponer su dictado sobre ellos.