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Revuelta en Kazajistán: 4 interrogantes sin respuesta

Revuelta en Kazajistán: 4 interrogantes sin respuesta
Alcaldía de Almaty, 5 de enero de 2022
Jorge Cachinero el

Kazajistán vivió una revuelta violenta, entre el 5 y el 19 de enero pasados -según algunos, para ser exactos, habría que situar la fecha de su comienzo en el 2 de enero-, que se saldó con decenas de muertos y miles de detenidos.

Aquella insurrección de enero tuvo como origen una serie de razones inmediatas y mediatas como el levantamiento al tope en los precios de la energía, que provocó una subida rápida y dramática de los mismos, los efectos de la COVID19, la excesiva intervención del Estado en la economía, las carencias del propio Estado kazajo o una gobernanza política manifiestamente mejorable, agravada por un proceso de transición política y de poder inconcluso antes del estallido de la rebelión, y plagada de corrupción.

Las protestas legítimas y pacíficas comenzaron en el oeste del país para cobrar un sesgo muy violento, especialmente, en su antigua capital, Almaty –padre de las manzanas, en kazajo-, la ciudad más grande de Kazajistán -situada en el sudeste, casi fronteriza con Kirguistán y a sólo 300 kilómetros del paso de la frontera china en Khorgos-, de la que el gobierno kazajo perdió el control, ya que sus edificios oficiales principales y el propio aeropuerto de la ciudad fueron asaltados, saqueados e incendiados, de forma muy bien organizada, y, durante días, se encontró en una situación crítica.

De forma adicional, otras nueve ciudades de Kazajistán estuvieron sometidas al mismo nivel de violencia que sufrió Almaty.

Para hacer frente a esa situación, Kassym-Jomart Tokayev, presidente, desde junio de 2019, de Kazajistán, asumió, el 5 de enero, la presidencia del Consejo de Seguridad del país, al frente del cual todavía se encontraba el anterior presidente, Nursultan Nazarbayev, y, a continuación, solicitó formalmente la aplicación del artículo 4 de la Organización del Tratado de Seguridad Colectiva (OTSC) -de la que forman parte Armenia, Bielorrusia, Kazajistán, Kirguistán, Rusia y Tayikistán, dado que Azerbaiyán, Georgia y Uzbekistán, miembros originales de la misma, la abandonaron anteriormente-, que respondió enviando un contingente de 2.500 soldados.

Kassym-Jomart Tokayev

Ese artículo 4 del tratado fundacional de la OTSC recuerda al artículo 5 del Tratado de Washington de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN).

Dicho artículo 4 estipula que, en caso de agresión contra uno de los miembros de la OTSC -es decir, un ataque armado que amenace la seguridad, la estabilidad, la integridad territorial o la soberanía de cualquiera de ellos-, el resto, a petición del afectado, podrá facilitar inmediatamente la ayuda necesaria que se les reclame, incluyendo la militar.

Gracias a dicha intervención, diligente y decisiva, que no duró ni dos semanas, de la OTSC, protegiendo edificios e instalaciones críticas, sobre todo, la situación retornó a la normalidad con mucha rapidez y Kazajistán se recupera, ahora, de aquella turbulencia mientras se mantiene una tensa estabilidad interna.

La pregunta sin respuesta, todavía, es quién ha podido estar detrás de esta rebelión, quién la ha organizado, quién la ha coordinado y cuáles eran sus orígenes, ya que se convirtió, muy rápidamente, en sumamente violenta, una vez que las manifestaciones legítimas iniciales fueron desbordadas por actores extremadamente agresivos, y no está claro, aún, quién estaba detrás de ella.

De acuerdo con las opiniones de ciudadanos kazajos que participaron, legítima y bien intencionadamente, en las primeras manifestaciones, pronto se sintieron sorprendidos y atacados por sujetos definidos como “violentos”, “oportunistas”, “bandidos”, “animales”, “brutales”, que “no parecían locales” y que eran, definitivamente, “extranjeros”.

Almaty, 5 de enero de 2022

Según el gobierno de Kazajistán, este asunto está siendo investigado, aunque, hasta ahora, esas pesquisas no han dado resultados.

Sin embargo, durante las primeras semanas de enero, el presidente kazajo Tokayev, sin llegar mencionar a ningún país, específicamente, sí habló de la involucración de terroristas extranjeros y de “intervención extranjera” al referirse al origen de las revueltas violentas que estaban sucediendo en el país.

La realidad es que eran conocidas las amenazas que grupos terroristas islámicos, en concreto, los seguidores del llamado Estado Islámico (EI), habían realizado sobre Kazajistán y el resto de los países del Asia Central.

Asimismo, el gobierno de la Federación Rusa había manifestado, el pasado mes de diciembre, que, tras la toma del poder en Afganistán por el Talibán, tenía Inteligencia que indicaba que el EI estaba agrupando y entrenando a sus operativos de habla rusa para desestabilizar y para penetrar Asia Central con la ambición de introducirse, posteriormente, en Rusia, a través de sus fronteras meridionales, especialmente, la de Kirguistán, tras cruzar la de Tayikistán.

Fue muy destacable, en aquellos días de caos en Kazajistán, que la violencia contra las fuerzas de seguridad alcanzara niveles de salvajismo tan llamativos, tanto como para incluir la decapitación de dos policías.

Si para ejercer la violencia, muchos individuos, llegado el caso, pueden estar especialmente predispuestos, decapitar a otros seres humanos, en cambio, está al alcance de muy pocos.

Operativos de EI en Asia Central

Ligado a lo anterior, sigue sin respuesta, todavía, por qué los cuerpos y fuerzas de seguridad del país no funcionaron adecuadamente, al nivel del reto al que hicieron frente, y por qué fueron, en realidad, desbordadas.

Coche de policía incendiado en Almaty, 5 de enero de 2022

Sectores de estos servicios de seguridad tienen identificados criminales comunes que fueron utilizados como agentes provocadores para reventar la movilización, inicialmente, pacífica, de los kazajos y el gobierno, también, tiene abierta una investigación para averiguar las razones de las carencias en el comportamiento de la policía e, incluso, para rastrear si algunos miembros de ésta pudieran haber actuado de forma abusiva o inapropiada.

En el terreno de la geopolítica y de la economía globalizada, muchas son las fuerzas interesadas en la estabilidad política y económica de Kazajistán.

China, por ejemplo, jugador principal en Asia Central, en general, y en Kazajistán, en particular, necesita equilibrio y predictibilidad en ese territorio para garantizar la seguridad de las rutas comerciales a través de Asia Central, elemento esencial de su iniciativa One Belt One Road (OBOR), también conocida como la nueva ruta de la seda.

Además, China, donde el actual presidente Tokayev, diplomático de carrera, estuvo destinado, es un gran inversor en el país y un apoyo sólido, por todas estas razones, para un gobierno estable en Kazajistán.

China, por interés propio evidente, es un país que respeta y que apoya la soberanía y la integridad territorial de otras naciones, lo que es bueno para Kazajistán, y su embajador en la capital kazaja, la ciudad de Nur-Sultán -anteriormente denominada Astana-, está trabajando intensamente con el gobierno de Tokayev para colaborar al máximo en el equilibrio de la economía nacional hasta el punto de que es posible que la frontera kazajo-china, cerrada por la pandemia, se reabra muy pronto.

Rusia, también, necesita un Kazajistán estable, aunque, en su caso, se debe al hecho de que es su aliado más cercano en la región, con quien comparte la frontera más larga del mundo, de más de 7.500 kilómetros, sin barreras físicas o topográficas entre los dos países, a través de la cual circula el 40% del Producto Interior Bruto (PIB) anual de Kazajistán.

Por lo demás, Kazajistán es el puente natural para conectar a Rusia con el resto de Asia Central, es un gran territorio de contención en la frontera sur de la Federación Rusa y es cofundador, junto a Rusia, de la OTSC y de la Unión Económica Euroasiática (UEEA).

Para Rusia, el estallido de la violencia en Kazajistán fue un choque inesperado porque, hasta ese momento, había sido uno de sus vecinos más estables, sobre todo, si se compara con Tayikistán o Uzbekistán.

Con el objetivo de solidificar esa relación, Rusia tiene un gran activo en su actual embajador en Kazajistán, Aleksei Borodavkin, quien compartió años de destino diplomático en Ginebra, Suiza, con el presidente Tokayev.

Alexey Nikolayevich Borodavkin,

En Kazajistán existen, asimismo, importantes inversiones de compañías estadounidenses.

Sorprendieron, por ello, las palabras escasamente diplomáticas, por expresarlo de manera educada, del responsable de la diplomacia de Estados Unidos (EE. UU.), Anthony Blinken, quien, al concluir una rueda de prensa, en la sede del Departamento de Estado, que dirige, afirmó que, una vez que los rusos entran en tu casa, es, a veces, muy difícil hacer que se marchen -“I think one lesson in recent history is that once Russians are in your house, it’s sometimes very difficult to get them to leave”, en sus palabras textuales-.

Afortunadamente, el embajador estadounidense ante la Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa (OSCE), Michael R. Carpenter, realizó un discurso mucho más conciliatorio tras aquella vulgaridad de Blinken.

En el caso de la Unión Europea (UE), su reacción durante los días del conflicto fue débil, hasta el punto de la irrelevancia.

El presidente francés y presidente de turno del Consejo de la UE, Emmanuel Macron, y la presidente de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, emitieron algunas palabras, perfectamente olvidables, en la línea de paz en la Tierra a los hombres de buena voluntad, que podrían haber sido pronunciadas por el Papa durante el rezo del Angelus en la Plaza de San Pedro, en Roma, mientras que del Alto Representante de la UE y vicepresidente de la Comisión Europea, José Borell, no se supo nada por lo que es de presuponer que debía estar, todavía, de vacaciones durante aquella semana de enero.

En este dominio de la geoestrategia y de la economía internacional, queda pendiente de respuesta la incógnita sobre la reputación de Kazajistán como jurisdicción estable y predecible y si ésta se recuperará pronto para seguir atrayendo las inversiones extranjeras.

Para ello, existe la inquietud sobre si Kazajistán sabrá abordar, en orden y con determinación, las necesarias reformas estructurales que debe llevar a cabo para controlar la inflación, para evitar la devaluación de su moneda y para asegurar que no habrá disrupciones a las cadenas de suministro globales, amenazadas durante las dos semanas de revuelta, especialmente, las del uranio y del petróleo.

El último enigma por conocer su solución es si Kazajistán será capaz de culminar con éxito su transición política desde un gobernante, quien, tras la desaparición de la Unión Soviética, ha ejercido de presidente, durante casi treinta años, de 1990 a 2019, y, en los tres últimos, ha ejercido una influencia enorme desde su puesto como presidente del Consejo de Seguridad nacional.

El reto para el presidente Tokayev es fenomenal porque debe saber transitar desde el poder compartido, que no sólo no ha funcionado, sino que acaba de terminar, de golpe, hacia una estructura de poder única.

Todo ello, con el inconveniente -que, al mismo tiempo, puede ser una ventaja- de que el presidente Tokayev no es un político profesional, es un diplomático de carrera, que ha pasado gran parte de su trayectoria fuera del país, y que, por lo tanto, no cuenta con una base propia de poder interna y, específicamente, en las regiones del país.

El tiempo dará respuesta a todos esos interrogantes presentes.

 

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