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La cima de un arte

La cima de un arte
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Las palabras de Carmen Calvo sobre Pedro Sánchez revelaron una original forma de relacionarse con la verdad. Antes que asumir una mentira, y mientras sea posible, es preferible desdoblarse en Sánchez candidato y Sánchez presidente. Esto se ha criticado mucho, pero sigue tímidamente y de una manera aun muy tosca, una tradición política, no del todo respetable, aunque sí acreditada que quizás tiene en John Stonehouse a su figura creativa suprema.

Stonehouse era un político laborista británico y miembro del Parlamento que en el año 1974 decidió afrontar sus muchas mentiras fingiendo su propia muerte.
Habiendo alcanzado pronto el éxito político, y perdido momentáneamente su cargo ministerial, consideró que debía labrarse además una fortuna económica. Se metió en negocios e inversiones que no fueron bien, y sus manejos financieros acabaron siendo investigados. Acumuló deudas y sospechas de fraude. Por si fuera poco, inició una relación con su secretaria a espaldas de su mujer.
Cuando la situación se complicó, adoptó una nueva identidad, le transfirió el dinero y se fue a Miami. Fue visto por última vez saliendo de un hotel, abandonó su ropa en una playa y desapareció. Le dieron por ahogado o víctima de los tiburones. Mientras su “viuda” explicaba gimoteante a la BBC que Stonehouse no era un gran nadador, él se reunía con su amante en Australia.
Su desaparición fue una gran noticia en la prensa. Se le dedicaron las habituales necrológicas, aunque una viñeta de esos días decía: “Hay mas gente buscando su cargo que su cuerpo”.
El engaño no duró mucho. Le delataron sus movimientos bancarios (varias identidades, pero un solo banco) y la policía australiana sospechó pronto de un individuo que compraba la prensa británica justo los días en que informaban del caso.
Pasados unos meses fue devuelto a Inglaterra y se resistió todo lo que pudo a renunciar a su condición de diputado, lo hizo cuando ya estaba en la cárcel. Allí pasó unos años acusado entre otras cosas de fraude; al salir se casó con su secretaria y se dedicó a escribir libros y a explicar su historia. “Consideré, de manera claramente errónea, que la mejor acción que podía tomar era crear una nueva identidad e intentar vivir una nueva vida lejos de estas presiones. Supongo que fue un momento de crisis mental”.

Fue muchos años después, al revelarse el informe psiquiátrico, cuando se pudo conocer realmente a Mr. Stonehouse. Agobiado por los problemas financieros, comenzó a cultivar una personalidad alternativa meses antes de fingir su muerte. Lo hacía primero como un mecanismo de protección psicológica que le ayudaba a sobrellevar la tensión. Al darse cuenta de que se había arruinado y de que su vida era una mentira insuperable, desarrolló un plan que pasaba por asumir una nueva identidad, la del señor Markham, un elector muerto.
Stonehouse lo hizo poco a poco. El informe detalla cómo pasó breves periodos de tiempo siendo Mr. Markham, haciéndose pasar por él, adquiriendo la identidad de un hombre honesto. Esto le procuraba un gran alivio mental. Suplantar a un hombre honesto reducía su tensión durante unas horas. Pero su estado se agravó. Comenzó a no gustarle su personalidad, comenzó a no gustarle ser Stonehouse y a preferir ser el señor Markham. Fue el momento en que ideó el plan para alejarse definitivamente de su identidad. “El señor Stonehouse sufrió una depresión significativa pero atípica”. Porque pensó en su suicidio, pero al ver que no era la solución, ideó un “equivalente al suicidio” inspirándose en una novela de Frederick Forsyth. Acabar con él mismo y renacer en otro, con su dinero (que no era propiamente suyo) pero sin la pesada carga de sus responsabilidades.

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