Me sorprende que estos días, con motivo del juicio a La Manada, no haya salido una letra de C. Tangana, ese cantante de rap o trap, no sé muy bien (que debería pronunciarse Tángana, y no Tangana, como todo aficionado veterano al fútbol sabe). Es de su canción-himno, “CHITO”. Hay un verso que dice: “Si ves que te la estoy haciendo/ que vas a acabar consintiendo”.
Lo del trap es llamativo. Les gusta a las mujeres muy jóvenes, muchas de ellas ya “empoderadas” (y perdón por el palabro, pero lo uso por economía). Con una conciencia ya aproximadamente feminista, las chicas jóvenes disfrutan de una música en la que, a menudo, ellas son la “bitch”. Bitch esto, bitch lo otro. Los cantantes de pop hablan de las mujeres con delicadeza, y en un plano de igualdad o las colocan en una situación ideal tradicionalmente literaria. En el indie siempre fue así. Para nosotros, la mujer era un ser sagrado con camiseta de las breeders. En la cultura del rap es otra cosa. El rollo gansta activa una parafernalia machista. Incluso en este C. Tangana, que dice ser “el más blando del rollo y quizás por eso introduce el término “consentimiento”. “Vas a acabar consintiendo”. Lo intenta antes, avanza antes, ¿se toma libertades? Sabe que ella accederá. Podría ser el sexo, o quizás otra cosa, ¿pero esperaría un rapero al expreso consentimiento? La necesidad de que en una canción de trap conste el consentimiento expreso me recordó lo del juicio. Sin duda es otra generación y a una sexualidad más cruda y física (con movimientos pélvicos que yo tardé unas cuantas décadas en presenciar en una pista de baile) une una nueva y escrupulosa tramitación del asunto, que jamás escuchamos en una canción del indie pop (años 90). Allí el sexo solía ser bastante improbable, para qué mentir. Grandes pagafantas melódicos.
