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Blogs Salsa de chiles por Carlos Maribona

Mesana, cena con estrellas

Carlos Maribona el

 


 



Para celebrar el cuarto aniversario de su restaurante MESANA y la reciente concesión  a este de una estrella Michelin, los responsables del hotel GUADALPÍN MARBELLA organizaron anoche una cena en la que reunieron a cocineros de diez restaurantes galardonados con estrellas, ocho catalanes y dos alicantinos. Ramón Freixa es el director gastronómico del restaurante y fue quien supervisó el menú, con un plato de cada uno de los restaurantes invitados. Allí estuvieron los cocineros titulares, con la única excepción de Carme Ruscalleda (SANT PAU), que mandó a su segundo, y de Pepa Romans (CASA PEPA) que no llegó a tiempo aunque se sirvió su plato.


Menú muy interesante, con cuatro platos de altísimo nivel y alguna que otra decepción. Empezamos con un plato del emergente CAELIS  (Hotel Palace, Barcelona), yogur de foie-gras con muesli de frutos secos: original presentación y buena combinación, aunque un poco pesada. Seguimos con unos ‘farcellets’ de acelgas rellenos de mascarpone, piñones y pasas con crujiente de panceta, del también barcelonés HOFFMAN, uno de los platos de la noche. Espléndido trabajo de Mey Hoffman con la que pude charlar un buen rato a mediodía.


En tercer lugar, unas ‘farinetes de fajol con hígado de pato y ratafia, de LES COLS (Olot, Gerona), en la línea del corte de foie de Adriá. Técnicamente bien, pero no aportaba mucho. Luego el que para mí (y para mi compañero de mesa, buen experto) fue lo mejor de la cena: el platito de guisantes y habas del Maresme, de SANT PAU (San Pol de Mar, Barcelona). ¡Qué delicadeza! Aquí sí se notó la diferencia entre un tres estrellas y el resto.


Le siguió un arroz seco con costra de ajo tierno, de CASA PEPA (Ondara, Alicante). Muy bueno y sabroso, aunque con la pega de que los pulpitos, bastante grandes, se sirvieron enteros. Tras él, el otro restaurante alicantino, LA FINCA (Elche, 965 45 60 07), sirvió un cremoso de trufa con vieira a la brasa y aceite de almendras. De lo más flojito. La vieira ya cansa y el plato, salvo el aceite de almendras, no tenía ningún interés.


Otro de los grandes platos de la noche fue el que preparó el anfitrión, Ramón Freixa, EL RACÓ D’EN FREIXA (Barcelona): lubina con calçotada y buñuelo de romesco. Excelente el pescado por calidad y por punto, y perfecta la combinación con el calçot y el buñuelo. Acabamos los salados con una liebre a la royal de CAN JUBANY (Calldetenes, Barcelona), muy flojito en su elaboración y con un hígado fresco de poca calidad.


En los postres, la noche y el día. La noche, el llamado Jardín del Edén, de EL CINGLE (Vacarisses, Barcelona), un auténtico despropósito con juegos de colores en azules, verdes… y nada que se integrase entre sí: helado de nata, bizcocho de chocolate, una especie de gelatina de gin tonic, caramelo. Alguien en la mesa lo llamó ‘postre de boda’, pero de boda mala en los salones Hiroshima. No he estado nunca en El Cingle, pero si este es un plato que Montse Estruch considera representativo de su cocina no tengo mucho interés en ir. El día, el excelente Serrín dulce y 5 variedades de chocolate 72%, de GAIG (Barcelona). Magnífico e inteligente postre de Carles Gaig, un juego de texturas de chocolates casi puros, nada dulces, con el contrapunto perfecto de un polvo de especias. Gran cierre para una cena importante.


Para beber, dos buenos vinos italianos, un blanco CA’ DEL BOSCO 2003, de Lombardía, muy elegante, y un tinto SAN LEONARDO 2000, del Alto Trentino.


En mi mesa, además de algunos periodistas, y la directora del hotel Guadalpín, Katrin Laguna, los cocineros del renovado TRAGABUCHES de Ronda, dos chicos jóvenes que me causaron muy buena impresión, y Celia Jiménez, cocinera de EL LAGO (Marbella), otro ‘estrellado’, con el maitre del restaurante.


Un elogio final para la cocina de Mesana, que lleva Juan Bautista, porque el ritmo de salida de los platos fue espléndido, algo nada habitual en este tipo de menús, con platos que además no son los del restaurante. Y otro elogio para el equipo de sala, que dirige Raúl González, porque todo funcionó como un reloj.


 

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