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Blogs French 75 por Salvador Sostres

Mentiras como palomas

Salvador Sostres el

La plaza de Cataluña de Barcelona vivió el viernes la escenficación de una unidad tan falsa como las palomas que soltaron para simbolizar la paz y que no sólo no eran sino que eran callejeras y las habían capturado minutos antes.

Una unidad buenista y laica, vacía de contenido y en ese extremo de sinsentido en que lo formal deviene postureo. Una unidad con la cuenta atrás activada del detornador que la hará saltar por los aires en las próximas semanas.

La primera mentira, tan bienintencionada como fruto de la más profunda ignorancia, estuvo en las declaraciones de los políticos afirmando que “nunca podrán con nosotros” y en el grito popular de “no tenemos miedo”. Tal vez les sirva de desahogo: pero los isalamistas continúan matando. No todos los creyentes islámicos son yihadistas pero todos los yihadistas son islámicos. Los asesinos no son locos: son creyentes, pero como Europa no admite la fuerza de la fe nunca podrá vencerles. Estamos en guerra y nos atacan en nombre de una religión que pretende aniquilarnos por ser cristianos y por ser libres (que es exactamente lo mismo) y somos carne de cañón de su lucha por llevar la fe en Alá hasta el último rincón del planeta.

La impostura de la Generalitat, en su comunicado de condena del atentado, de no hacer ninguna referencia ni al islamismo ni al yihadismo, así como su insistencia en que “Cataluña es una tierra de acogida”, deja en evidencia que ni conocen la naturaleza del enemigo al que se enfrentan ni siquiera son conscientes de la existencia de un enemigo del que tantas veces le ha advertido el CNI.

Tampoco es menor la intencionalidad con que la Generalitat ha fomentado la inmigración musulmana para obtener sus votos en favor de la independencia. No por casualidad en Cataluña hay el doble de población musulmana que en el resto de las comunidades y en la provincia de Gerona, el cuádruple. La mitad de mezquitas salafistas (radicales) están allí. La estrategia de favorecer a los más siniestros colectivos a cambio de comprar sus voluntades individuales aceleró el jueves haciendo eses en las Ramblas.

También es mentira es la unidad de las fuerzas políticas catalanas, cuando Ada Colau ha culpado -y con razón- a la Generalitat de no instalar los bolardos en las vías multitudinarias que el Dirección General de la Policía le recomendó en 2016. De todos modos, también es cierto que podría haberlos instalado la alcaldesa y que no sólo no lo hizo sino que jugó peligrosamente al buenismo de la inmigración descontrolada con la demagogia del “Welcome Refugees”.

La arrogancia con que los Mossos despreciaron las advertencias de la Policía Nacional tiene bastante que ver con la victoria política en que se quiere convertir la sin duda rápida y brillante actuación de la policía autonómica tras los atentados del jueves, como diciendo que están preparados para proteger al Estado catalán.

En este mismo sentido, que los agentes de Mossos d’Esquadra que valerosamente se han jugado la vida no sólo para proteger nuestras vidas sino para defender la Ley y la libertad, estén comandados por un consejero de Interiror, Joaquim Forn, que ha explicado que el 1 de octubre va a ordenarles que habiliten el referendo ilegal que la Generalitat quiere organizar en Cataluña, es cualquier cosa menos un canto a la fraternidad. En menos de dos meses, la Generalitat mandará a los Mossos a proteger la Ley y conculcarla. ¿De qué unidad podemos realmente hablar si en el recuento de cadáveres el consejero de interior diferenciaba ayer entre víctimas catalanas y víctimas de “nacionalidad española? Por las grietas de la corrección política y de nuestro manierismo afectado se filtra el relativismo que nos está destrozando.

Es absurdo hablar de unidad cuando no somos capaces de identificar correctamente lo que nos une, que es el modo de vida libre que florece siempre en las sociedades de tradición judeocristiana; ni quienes nos atacan, que son los creyentes radicalizados de una religión que jamás ha propiciado, ni en su versión más moderada, ninguna sociedad realmente libre. Es todavía más absurdo, y todavía más cínico que estas fuerzas políticas expresen conjuntamente que los terroristas no alterarán nuestros valores y nuestra convivencia cuando es exactamente lo que va a intentar hacer la Generalitat en las próximas semanas para precisamente dinamitar la más íntima y fundamental unidad entre los españoles.

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