Salvador Sostres el 20 abr, 2017 Miércoles Santo. 21:00. Eldiario.es publica la grabación de una conversación en la que el número dos de la nueva Convergència, David Bonvehí, propone presentar a un “candidato autonomista” si el “proceso sale mal”. Se refiere al consejero de Cultura, Santi Vila. Es la primera vez que escuchamos a los convergentes especular con un escenario distinto al prometido “referendo sí o sí”. La conversación la graban unos torpes militantes de Esquerra a los que al final del audio se les oye decir. “¿Se lo has pasado a Junqui?”. La guerra entre ERC y los convergentes, intensa pero sorda desde 2012, deja sus primeras gotas de sangre en la moqueta. Juves Santo. Los convergentes asumen que se hallan en “la mayor crisis desde la confesión de Jordi Pujol”. Los fieles a Quico Homs aprovechan para cobrarse facturas pendientes con la nueva dirección del partido -que tanto les ha marginado- y pidieron cabezas. Por la tarde, Santi Vila sale a desmarcarse del autonomismo, al que da por “muerto” pero con el matiz relevante de añadir: “el autonomismo tal como hasta ahora lo hemos conocido”. Vila no es independentista pero siempre ha defendido “otra relación con el Estado”, y con sus declaraciones rehúsa aparecer como el enterrador del “procés” pero sin cerrarse ninguna puerta. Viernes Santo. Los convergentes deciden tomar las riendas del relato y azuzan la polémica con ERC movilizando a sus columnistas y tertulianos. Pero lejos de remontar, se impone el argumento que usaron con la grabación de las conversaciones entre el exresponsable de la Oficina Antifraude de Catalunya, Daniel de Alfonso, y el entonces ministro del Interior, Jorge Fernández. “Lo grave es el contenido y no cómo se ha obtenido”. Extraviado en el naufragio, Bonvehí convoca un rueda de prensa a las 13:30 y comete el error que acaba de hundir a su partido: anuncia que pondrá el caso en manos de la Fiscalía, la misma que los independentistas consideran el brazo judicial de Rajoy. Referentes inequívocos del independentismo convergente, como Xavier Sala Martín, Salvador Cardús y hasta Pilar Rahola ponen el grito en el cielo por la apelación a la Fiscalía, las redes vuelven a hervir contra Convergència y la cortina contra ERC se desvanece. Son cerca de las 17:00 y prosigue el Calvario particular de los convergentes. Marta Pascal pide usar el nombre de Puigdemont y Mas para respaldar el hecho de mandar el caso a Fiscalía, los dos líderes acceden y los convergentes vuelven a ser los que cuando las cosas se ponen feas, le suplican al Estado. Sábado y domingo. Lejos de la Gloria y la Resurrección, dos encuestas dan a Convergència la mitad de escaños que a Junqueras. Tal abandono no es nuevo: cuando Mas acudió a declarar esperaba congregar a 300.000 personas con la consigna preparada de que bloquearan el acceso a los juzgados. Ante los 30.000 escasos y dóciles mediopensionistas y jubilados que finalmente acudieron no tuvo otra que entrar, mucho más decepcionado con los suyos que enfadado con “España”. Tanto Convergència como ERC saben que el referendo -que convocarán para el 1 de octubre- no va a poder celebrarse y la única duda es quién y cómo lo explicará. En sustitución, preparan unas elecciones a las que llamarán “constituyentes”, bajo la promesa de declarar unilateralmente la independencia si los partidos separatistas se imponen en número de votos. Por el camino, los convergentes intentarán que Junqueras quede inhabilitado y Esquerra, con una candidez francamente incompatible con los desafíos que pretende, camina resignada al sacrificio de su líder con más miedo de ganar que de perder. Otros temas Comentarios Salvador Sostres el 20 abr, 2017