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Blogs French 75 por Salvador Sostres

Los ángeles de la muerte

Salvador Sostres el

Olvier Duhamel ha sido acusado de abusar de su hijastro por la hermana gemela de éste, Camille Koucher, que ha escrito un libro para contar lo que supuestamente sucedió a finales de los años 80, cuando la presunta víctima tenía 14. Yo no sé si lo relatado es cierto. Prefiero pensar que es falso, porque prefiero pensar que no hay en el mundo alguien tan profundamente malo como la tal hermana, que guardó silencio de lo que le pasó a su hermano y sólo ahora lo ha publicado, cuando ha creído que ya no puede perder nada y calcula que el escándalo le servirá, además, para relanzar su proyección pública. ¿Puede haber alguien tan mezquino, tan desalmado? Si dice verdad, Kouchner fue la cómplice necesaria para que el mal triunfara y la Justicia tendría que ocuparse de ella con la mayor severidad.

Suponiendo que Duhamel fuera un agresor, “sólo” era el padrastro. Fue gravísimo lo que hizo, si es que lo hizo, pero no era familia del chaval, sino otro comediante gauchista a quien su madre conoció en la calle. Más horroroso fue el silencio acomodaticio e interesado de la bruja de su hermana gemela, que prefirió no perjudicar el prestigio -y el tinglado- de su lamentable familia.

Y aún peor fue lo de la madre de ambos, la abogada y política socialista Évelyn Pisner, examante de Fidel Castro, que cuando conoció lo sucedido, a pesar de creer a su hijo, le reprochó el querer crear un escándalo y desestabilizar a la familia. Madre e hija son la misma infamia. La madre falleció en 2017 y la hermana quiere ahora exprimir comercialmente al gemelo que abandonó a su suerte cuando más necesitaba que su verdadera familia le defendiera.

El padre de los gemelos, el radical izquierista, Bernard Kouchner, también enterado de los hechos, guardó el mismo despreciable silencio y lo único que fue capaz de decir es que le gustaría “romperle la cara” a Duhamel. Ni siquiera lo hizo, pese a no tener duda de que abusó sexualmente de su hijo.

Es la historia de la izquierda, política, personal y moral. Siempre ha preferido negar la verdad, y silenciarla, para continuar viviendo del daño que hacen. Lo que madre y hermana hicieron con el pobre chico es lo que centenares y miles de intelectuales, especialmente franceses, han hecho siempre con el izquierdismo atroz, que sólo crea miseria y muerte allí por donde pasa. El crimen de la izquierda, que es la ideología más asesina de todos los tiempos, no habría podido llevarse a cabo sin miserables como Évelyn Pisner y Camille Kouchner, siniestros ángeles de la muerte, infinitos museos del dolor, que además, cuando ya no pueden vivir de su fingimiento y de su hipocresía, pretenden entonces pasar por auténticas, por decentes, y escriben su libro para acabar de arrambar lo que desde el cinismo no pudieron y les quedó pendiente.

La izquierda no se puede entender sin el silencio, sin la verdad ahogada en el fondo del lago, sin sus verdugos convertidos en millonaria élite haciéndose los abanderados de los pobrecitos cuando su exacto negocio consiste en venderles el veneno a matarles; y para no desestabilizar a la familia, callan sobre el terrible final que les aguarda.

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