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Blogs French 75 por Salvador Sostres

Lo muerto por lo que vive

Salvador Sostres el

Cuántas cosas han muerto en nosotros, Vicente Huidobro lo dice, cuánta muerte llevamos dentro. ¿Por qué aferrarnos a nuestros muertos, por qué nos empeñamos en resucitar a nuestros muertos? Ellos nos impiden ver la idea que nace. Tenemos miedo a la nueva luz que se presenta, a la que no estamos habituados todavía como a nuestros muertos inmóviles y sin sorpresa peligrosa. ¿Quién ha contado todos sus muertos? Hay que dejar lo muerto por lo que vive. Hay que dar un poco de grandeza a esta bestia actual que sólo dobla sus rodillas de cansancio.

Nuestro destino es amar lo peligroso que hay en nosotros y fuera de nosotros, besar los labios del abismo para el triunfo final de todas nuestras empresas y nuestros sueños cubiertos de rocío en el amanecer.

Para esto vivimos, puedes creerme, para esto vivimos y no para otra cosa. Para esto tenemos voz y ese correr angustiado y ese galope de animal herido. Para cortar la cabeza al monstruo que ruge en la puerta del sueño. Nuestro destino es andar. La vanidad del explorador y el fantasma de la aventura. Es una cuestión de sangre y huesos frente al destino irrevocable de lo fabuloso. Que surja la esperanza que estamos aguardando desde hace tantos años, aquí sentados tras las rejas del horizonte.

La casa del crimen jamás podrá despegarse de mi pedazo de región. Sin embargo, a pesar de que el espectáculo hace tiempo que se ha puesto bastante lamentable, hay un resquicio de luz en esta noche en que hacía mucho que no brillaba nada. Vosotros no lo sabéis y por eso os lo digo: aquí se inclinan todos los sabios, aquí se arrodillan los profetas, y después sólo se ven las manos de los náufragos aferradas a las olas y una botella que flota y se aleja para contar la historia de tanta angustia. Nadie sabrá nunca cuál es el número de errores que maneja cada hombre en todos los instantes de su vida. ¿Sobre qué cantidad de errores descansa el destino de cada hombre? El cielo ha cambiado cien mil veces y volverá a cambiar a causa del mar.

¿Qué sacáis con apuntar los cañones y con tocar las campanas? Igualmente el fantasma nos obligaría a seguir la marcha pero nosotros no debemos aceptar semejante imitación, ni crecer en una vida espectral que sale con los ojos vendados y va estrellándose en todos los árboles. Sólo creceremos en las flores que son cunas de gigantes, aunque sabemos que en los capullos de nuestros jardines de hoy sólo duermen enanos.

De borde a borde sólo se escuchan gritos, demasiados gritos, aún demasiados gritos. Pero hay algo que todavía nos busca en todas partes. Acallemos este ruido insolente. Aremos la tierra para sembrar prodigios. El cielo es lento para morir.

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