Algunas mujeres, que como siempre pretenden pasar por “las mujeres”, se están quejando ahora del candidato Donald Trump y de su trato hacia ellas. Hay dos grupos de reproches: las que dicen que las sedujo valiéndose de su dinero; y las modelos que le acusan de que las valorara sólo por su cuerpo. Se ve que a una de ellas, en una ocasión, le dijo: “eres un diez en tetas, y un cero en cerebro”.
Estas acusaciones contra Trump resultan, como mínimo, curiosas. Que una mujer se queje de que un señor la haya seducido con su dinero, habla bastante bien de la fortuna del hombre, y lo que deja en entredicho son los principios de quien se vendió.
No sé a qué viene tanta queja. Todo el mundo intenta comprarlo todo y siempre; y lo que marca la diferencia es que algunos, y algunas, se venden. La ley fundamental es que para que alguien te compre tú tienes que venderte. Es una ley que los socialistas, y algunas mujeres, olvidan siempre.
Lo de las modelos quejosas con el magnate es todavía más gracioso, porque quejarse de que te valoren por tu cuerpo cuando ésta es tu herramienta de trabajo, demuestra hasta qué punto el feminismo es un resentimiento trasnochado. En el caso concreto de la modelo que se queja de la referencia que hizo Trump a su cerebro y a sus pechos, no tengo elementos para saber si fue una apreciación ajustada, pero la escasa audacia del discurso de la modelo, así parece indicarlo.
Donald Trump no es mi candidato ideal, pero acusarle de machista por valerse de su dinero para ser un galán, me parece un reproche de perdedores. Y de perdedoras, por decirlo como se dice ahora.
Mucho peores son estos poetas de tres al cuarto que todo lo prometen en el flirteo, y que luego, no sólo no tienen casi nada, sino que con lo poco que tienen, ahí te dejan y se escapan.
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