ABC
| Registro
ABCABC de SevillaLa Voz de CádizABC
Blogs French 75 por Salvador Sostres

He pensado en tu muerte

Salvador Sostres el

Mi único problema es que no querría dejar a una huerfanita de 11 años, y más siendo un padre como yo. Y como tengo este problema tengo algunos otros (pocos, y poco graves), inevitables por el hecho de continuar vivo. Pero en fechas introspectivas como estas, en que me doy cuenta de que soy más sensible al sufrimiento del mundo, me pregunto por qué hay tanta y tanta gente sin propósito -por lo menos aparente- que insiste en continuar viviendo siendo sus vidas tan incómodas y desagradables. No me malinterpreten: por mí que hagan lo que quieran. Pero me pregunto por qué.

Tantas vidas que no responden a nada más que a la rutina, a sumar otro año, sin nada especial que defender, sin ningún gozo consignable, sin excesiva ilusión por nada; vivir es duro, amargo, cansado, y más cuando te ha tocado una vida poco halagüeña, menos blandita, con inconvenientes que causan angustia y un malestar en modo alguno proporcional con el placer obtenido a cambio y por lo tanto innecesario.

Hablamos demasiado mal de la muerte, la tenemos en muy baja estima. Yo me lo paso muy bien haciendo lo que hago, y hace años que tengo la sensación de que he cumplido ya todos mis sueños. He escrito mis artículos, tengo a los mejores amigos del mundo, he conocido a mis mitos, he sido el padre de Maria. Yo soy uno que fui 100 veces al Bulli. Un honor más alto no creo que exista. No tengo prisa por marcharme, pero estoy preparado. Yo quiero igual a mi vida que a mi muerte, lo que pasa es que como quiero todavía más a mi hija, esto desequilibra momentáneamente la balanza. Asumo mis problemas, pago los peajes y continúo. Cuando estoy tranquilo como mientras escribo este artículo, nada me causa un sufrimiento excesivo.

Pero lo que no entiendo es por qué se aferran tanto a la vida los que llevan años intentando hacer lo que ya se ve que no les sale y pasando tremendas penurias. Si vives tan bajo, tan monótono, tan poco emocionante, la muerte tendría que parecerte una aliada. Tendrías que hablar mejor de ella, tratarla con más respeto, sacarla a pasear. Háblale. Háblale como no le hablas a tu vida y por eso no te funciona. A la muerte no hay que tenerle miedo. Yo me llevo muy bien con mi muerte. Hazme caso. Tenla presente, intenta imaginar la paz del día en que te lleve.

Este 2023 va a ser duro. Piensa si te conviene. Piensa si algo realmente importante depende de ti en este mundo caótico y marrullero. Piensa si eres imprescindible -como yo lo soy- en alguna línea de defensa. Si lo eres, ponte en pie, cumple como un hombre con tu misión y no te quejes. Si tienes algo verdaderamente importante que proteger, crece en el intento, sé mejor, gana más dinero y recuerda sin excusa que ganar es lo contrario de perder.

Si no hay nada que exija tu concurso, que lo reclame, sé todo lo racional que puedas, haz balance y toma una decisión sin que nadie lo sepa. Los espectáculos es mejor si nos los puedes ahorrar. Hay maneras muy elegantes de irse, y muy discretas. Nos hemos ensañado tanto con la muerte que el simple hecho de mencionarla causa disgusto y pánico. Nos hemos olvidado tanto de nosotros mismos que son muy pocos los que tienen claro qué hacen en este mundo, y por qué. El gran drama de la Humanidad no es que muy pocos tengan lo que quieren, sino los poquísimos que alguna vez se han preguntado lo que quieren. Yo siempre he sabido lo que he querido y por eso he podido tenerlo. Yo sé ahora lo que pretendo y por eso continúo vivo y de esta manera concreta. No podemos vivir como si no hubiera un final, por lo menos en este mundo. No podemos vivir sin sentido, sin misión, sin algo que sea más grande e importante que nosotros. No podemos vivir, sin ser un chiste, si no tenemos algo sagrado que defender.

“Nuestra vida es lo sagrado”, dirán algunos. Y así es. Pero es sagrada si hacemos algo sagrada de ella. Yo no tengo ningún interés en que te mueras. No te estoy animando a que lo dejes correr. Te estoy tratando de explicar que aguantar las inclemencias de estar vivo, sobre todo si no tienes acceso a unas ciertas comodidades, sólo tiene sentido si aspiras a un alto fin, mucho más alto que tú. Si no fuera así, por lo menos a mí, no me saldrían las cuentas.

La muerte es lo que más clarifica la vida. No hay nada como pensar que ya te vas para recordar lo que tienes pendiente y tomártelo en serio. No hay nada como sacar a pasear a tu muerte en una noche silenciosa y navideña, para preguntarte si algo te une a este mundo además de la inercia y la rutina. Algo de más peso, algo por lo que merezca la pena cargar con todas las demás penalidades. “Qué bello es vivir” va de esto, aunque no hace falta estar tan desesperado para dar este paseo.

Hay un amor flexible que no significa laxo. Hay un amor comprensivo que no es menos exigente. Hay un hablarle cara a cara a Dios y explicarle cómo te encuentras y si quieres escuchar su voz llamándote a su lado seguro que lo consigues y luego sólo tienes que procurar que no dejen huella tus pasos: la gente no entiende estas cosas, porque nunca ha pensado ni en lo que quiere ni en lo que no quiere, ni en la vida ni en la muerte, ni en el sentido de nada y simplemente vive respirando su aire y ocupando su espacio. A esta gente no hay que dejarles que digan su última palabra sobre ti, porque con toda seguridad elegirán la equivocada. Hay maneras -antes te lo decía- silenciosas y adecuadas.

Piensa en lo que te rodea y no te sientas obligado. Mejor dicho: piensa si por algún motivo quieres sentirte obligado. Yo tengo a Maria, que necesita a su padre haciéndole creer que el mundo es un lugar maravilloso hasta que ella sola pueda conjurar la maravilla con sus manos. Piensa en este 2023 duro e ingrato. Toma tu decisión y aplaudiremos la que tomes. Pero luego, cuando pase todo lo que ya te he explicado que pasaría, ten decencia y ten hombría y no te quejes.

De todos modos, créeme. Tendrías que tratar mejor a tu muerte.

Otros temas
Salvador Sostres el

Entradas más recientes