Salvador Sostres el 20 ago, 2017 Hay que ensayar en Gracia y entrar ahora que celebra el barrio sus fiestas. Entrar con drones y tanques y mangueras y desmantelar sus callejas expresamente estrechas, el insólito y desparramado museo del insecto que pica y ese hedor a cerveza que se te mete por la respiración y no te abandona en una semana. Hay que ensayar en Gracia donde los okupas han tomado el control y la peor Cataluña se regodea en el vaso de plástico y la exaltación de lo callejero. Gracia como corazón del caos y del mal, como metáfora de lo peor que nos puede pasar. Cualquier orden tiene que basarse en la higiene y Gracia es la metáfora de todas las suciedades. Dios se oculta y afloran las enfermedades en esta siniestra orgía de pírcings y tatuajes, de toda clase de sustancias prohibidas y de contenedores incendiados. Los bares con las ventanas abiertas “porque aquí pasa un aire muy bueno y la refrigeración no nos hace falta”. ¡Calla, payaso! ¡Farsante! Todo decae en Gracia y mengua la esperanza. El propósito de Dios se desdibuja y una idea del demonio toma cuerpo en miles de jóvenes tirados por el suelo, bebiendo, fumando hierba y fornicando a través de sus ropas tan harapientas y agujereadas que no tienen ni que bajárselas o quitárselas. Es peor que leer el horóscopo acudir a las fiestas de Gracia. Es donde la ciudad eructa y el estupor deja de ser una ideación y puede tocarse. Hay que ensayar en Gracia. Es donde lo funesto toma impulso para propagarse. Si tomamos Gracia, los malos no tendrán dónde agazaparse y podremos neutralizarles. Trampolín de lo escabroso, en Gracia se cuece a fuego lento el anticapitalismo y se predica la destrucción del Occidente libre y ordenado. Hay que ensayar en Gracia porque es donde los antisistema ensayan sus ataques a la policía y a la propiedad privada. En Gracia es donde se ejerce la más rabiosa violencia de España, aunque ellos naturalmente dirán que aquello no es España. Hay que ensayar en Gracia porque tal como la derecha suele hacer con la cultura, que por complejo o mala conciencia la cede a la izquierda, para quejarse luego de sus toneladas de propaganda; la Barcelona brillante capaz de seducir al mundo entero con sus virtudes y su encanto cometió el imperdonable error de ceder este barrio entero a los personajes más terribles y tarados: y les dejamos construir su fuerte, su bastión de lo inenarrable, creyendo que así les tendríamos contentos y engañados. Y no sólo no les tenemos contentos y no sólo no les hemos engañado y no sólo hemos perdido un barrio sino que además les hemos legitimado, les hemos convertido en parte del sistema para que desde dentro lo destruyan y nos destruyan con su totalitarismo violento y sus estúpidas ideas del fracaso. En Gracia subyace su esperpento pero también nuestra cobardía y la lección fundamental de cómo degeneran las cosas que no cuidamos. El mal es una idea abstracta pero una fuerza concreta que tiene muchas formas de manifestarse y espera nuestra menor dejadez para expandir su tiniebla. Si te parece exagerado ve esta noche a Gracia y aguanta despierto y deambulando hasta la madrugada. Tendrás la sensación de no haber estado jamás en ningún otro lugar tan alejado de cualquier posible salvación. La desolación es total. Emerge de las cloacas una hondísima tristeza, tan triste que ni llega a dar asco. Hay que ensayar la gran solución de la libertad en Gracia y construir sobre los escombros del barrio cuando lo hayamos tomado nuestro renovado pacto por la higiene y el orden. Y cambiar los absurdos nombres de calles plazas por los de marcas comerciales de champús y desodorantes. Otros temas Comentarios Salvador Sostres el 20 ago, 2017