ABC
| Registro
ABCABC de SevillaLa Voz de CádizABC
Blogs French 75 por Salvador Sostres

Basterra en el reflejo

Salvador Sostres el

No ha sido curiosidad, no ha sido morbo ni amarillismo enfermizo. No ha sido la fascinación comunista por la vida de los otros. El enorme interés que ha suscitado la muerte de la pequeña Asunta tiene que ver con todos y cada uno de nosotros, especialmente los que somos padres.

Desde que su cuerpo sin vida fue hallado, y se acusó a sus padres de haberla asesinado, dos sentimientos nos han embargado: el primero, terrible, estaba basado en la intuición de que la acusación podría ser cierta; el segundo estaba basado en la esperanza, tal vez absurda, de que alguna revelación desmintiera que unos padres habían drogado y matado a su hija porque se habían cansado de atenderla.

En parte por lo mucho que Alfonso Basterra y Rosario Porto pueden parecerse a nosotros, y sus vidas a las nuestras; y en parte por lo que Asunta se parecía a nuestras hijas, esperábamos no tener que vivir con el terror de saber que estas cosas suceden.

Nos horroriza el crimen concreto pero también tenerlo tan cerca, tan parecido a nuestras vida, y a nuestros escenario. ¿Qué le pasó por la cabeza a un tipo como Basterra para hacer esto? No le conozco de nada pero me cuesta verlo demasiado diferente de mí. ¿Podría ocurrirnos algo que nos llevara a actuar con él? Yo creo que ésta es la pregunta que convierte este caso en aterrador. Cuando nos asomamos a los abismos del alma, nos paraliza el pánico. ¿En qué podríamos convertirnos, tal vez sin darnos cuenta ¿Qué podríamos acabar haciendo? Estamos acostumbrados a sentirnos “normales”, y hasta “los normales”. Pero seguro que Basterra y Porto, antes de matar a Asunta, también. ¿Qué se les torció? ¿Qué se nos podría torcer?

Me habría gustado que se hubiera demostrado que los padres de Asunta eran inocentes, para continuar surcando la bahía de la tranquilidad de saber que estas cosas no pasan y que estamos a salvo. Me habría gustado que alguien hubiera desmentido, como un alegato de Dios, nuestra parte bestial, nuestra mecánica atroz.

Pero la realidad nos ha caído encima con toda su brutalidad, con toda su suciedad, con toda la crudeza con que a veces los hombres dejamos de tener miedo de nosotros mismos, y oscurecemos, y cruzamos cualquier frontera, y asesinamos a nuestra hija porque nos molesta.

Otros temas
Salvador Sostres el

Entradas más recientes